James agrandó su leyenda con el título que prometió a Cleveland
EFE
El leyenda del alero LeBron James se agrandó aun más después del triunfo de los Cavaliers en el séptimo partido de las Finales de la NBA ante los Warriors de Golden State (89-92) y que le dio a la ciudad de Cleveland el título de campeones.
Fue un promesa que James les hizo cuando volvió, tras su experiencia triunfal con los Heat de Miami, con quienes consiguió dos anillos de campeón de la NBA.
La decisión que tomó James, de dejar todo en Miami para volver con su exequipo, el que le había seleccionado de número uno en el sorteo del 2003, no fue entendido por muchos, pero la estrella de la NBA, una vez más, hizo caso a lo que de verdad quería hacer, la meta que deseaba alcanzar y el resultado no pudo ser más exitoso.
A sus 31 años, James consiguió con los Cavaliers lo que en 52 años no pudieron lograr cientos de jugadores que han pasado por los distintos equipos de los grandes deportes profesionales que tienen su sede en Cleveland.
De ahí que, al concluir el partido en el Oracle Arena de Oakland, James, que reivindicó su condición de «King» de la NBA, pudo expresar el ya histórico grito de » ¡Cleveland, esto es para ti!».
Atrás había quedado la frustración de las primeras Finales de la NBA que disputó con los Cavaliers y que perdió por un aplastante 4-0 ante los Spurs de San Antonio, en el 2007.
Entonces, el entrenador de los Spurs, el legendario Gregg Popovich, ya adelantó que los Cavaliers con James conseguirían el título de campeones.
Tras la humillación sufrida ante los Spurs, James comprendió que con lo que había en Cleveland no podía conseguir el tan ansiado anillo de campeón.
Esa fue la razón por la que decidió aceptar la aventura segura de los Heat, donde sí le pusieron los compañeros indicados para conseguir dos títulos y disputar cuatro Finales consecutivas.
Mientras, en Cleveland se hacían con un base brillante de gran futuro como Kyrie Irving. Fue entonces cuando James quiso volver al equipo de su ciudad, de la que salió por la puerta de atrás, pero volvió por la grande y con la promesa de que regresaba para ganar un título de liga.
Lo consiguió en lo que fueron sus séptimas Finales de la NBA, el tercero de su carrera, y después de haber remontado una desventaja de 1-3 en la serie al mejor de siete, hazaña que nunca antes otro equipo pudo lograr.
Además, frente al equipo histórico de los Warriors, que defendían el título de campeones y durante la temporada regular establecieron la mejor marca de todos los tiempos con 73 victorias y marca inicial de 24-0, que les permitió superar las 72 de los Bulls de Chicago de 1995-96.
«Estoy contento por ser parte de la historia», expresó James, que jugó las sextas Finales de la NBA consecutivas, algo que sólo pudo lograr anteriormente el legendario Bill Russell.
«Logramos el título que todos deseábamos para nuestra ciudad y no tengo palabras. Esto es increíble», aseguró.
Su labor de promedios de 28 puntos, nueve rebotes y seis asistencias durante las Finales, tras conseguir 41 tantos en el quinto y sexto partido, que eran de eliminación, le hicieron también merecedor al premio de Jugador Más Valioso (MVP), el tercero de su carrera, pero el primero que ganó con votación unánime.
El triple-doble con el que puso el broche de oro en el séptimo partido (27 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias), también lo convirtieron en el tercer jugador en la historia de la NBA que lo lograba para unirse a Jerry West (1969) y James Worthy (1988), ambos con Los Ángeles Lakers.
Ante tanta clase, talento y liderazgo, su compañero Irving, que fue también decisivo con los 26 puntos que anotó, incluido el triple a falta de 53 segundos que rompió el empate en el marcador (89-89), tal vez fue el que mejor lo definió cuando dijo: «Es el mejor jugador del planeta».
Irving declaró que cuando ve la manera cómo James dirige a los compañeros y visualiza los partidos parece como si estuviese delante de Ludwig van Beethoven.