Jaculatorias, por María García de Fleury
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¿Qué es una jaculatoria?, ¿Para qué sirve?, la palabra jaculatoria viene del latín jacularis, que significa danzar. Una jaculatoria es una oración muy corta que se emplea para alabar, dar gracias o pedir ayuda.
Hay incontables jaculatorias dedicadas a Dios, a la virgen María, a los santos, por ejemplo, «Señor ten piedad de mi», esa es una jaculatoria. Otras serían «Señor mío y Dios mío», «Jesús en ti confío», «Espíritu Santo, ilumíname», «Santa María, ruega por nosotros», «Jesús, María y José», «Ave María purísima, sin pecado concebida», «Crea en mi oh Dios un corazón puro», «Alabado sea Dios», «Sagrado corazón de Jesús en ti confío», «Detente enemigo, que el Sagrado Corazón está conmigo», estos son ejemplos de jaculatorias.
Ahora imaginate unos novios bien enamorados; por supuesto, dedican tiempo a estar juntos a conversar largamente, pero si cuando no pueden tener una cita larga toman un instante en medio de sus ocupaciones para enviarse un mensajito cariñoso, para darse una sonrisa, lanzarse un beso, esos son detalles que sirven para expresar su interés, su amor mutuo, para animar y mantener su relación.
San Francisco de Sales decía que las jaculatorias son como suspiros de amor que nos ayudan a mantener la conciencia de la presencia de Dios en nuestra vida cotidiana y a vivir lo ordinario de manera extraordinaria.
Aplicado a la vida de fe esto significa que, el creyente para ir a misa, rezar el rosario, meditar la biblia, hacer oración, sino que también, cuando esté en medio del ajetreo de la jornada puede tomarse un instante para decir una jaculatoria, una frase pequeña con gran amor y confianza en Dios, en la virgen María, en los ángeles, en los santos, en el ángel de la guarda.
Muchas de las jaculatorias están inspiradas en textos bíblicos y se pueden usar las que ya existen o tu mismo puedes crear unas que resulten significativas para ti. Decir jaculatorias a lo largo del día responde, en cierta medida, a lo que pide San Pablo: «Oren sin cesar». Las jaculatorias ayudan a vivir en clima de oración, a ser conscientes de la presencia del señor, de la virgen María, de la comunión de los santos en nuestra vida diaria y así estrechamos con ellos nuestra comunicación amorosa.
Por ejemplo, después de cada decena del rosario se reza una jaculatoria a Nuestra Señora que dice «María, madre de gracia, madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran señora».
Una jaculatoria un poquito más larga fue la que le enseñó el ángel del señor a los tres pastorcitos de Fátima y dice «¡oh Jesús mío!, perdónanos, líbranos del fuego del infierno y lleva a todas las almas del cielo, especialmente a las más necesitadas o esta oración que también dice «Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman».
Por un difunto hay una jaculatoria que dice «concédele señor el descanso eterno y brille para él la luz perpetua, que su alma y la de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz, amén».
Amigos, recemos a diario jaculatorias, porque ellas elevan nuestro espíritu, acercan a Dios y con Dios ¡siempre ganamos!