Fumar es el factor que más daña nuestro sistema inmune permanentemente
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Aunque podemos heredar la predisposición genética a desarrollar ciertas enfermedades, nuestro estilo de vida y el entorno desempeñan un papel clave en la salud y en la forma en que se manifiesta nuestro sistema inmunitario para protegernos frente a amenazas externas. Nuestro sexo y edad también influyen, y ahora un nuevo estudio realizado por científicos del Instituto Pasteur (Francia) revela que fumar tiene un importante impacto en las respuestas inmunitarias y que, de hecho, el consumo de tabaco es el factor que más alteraciones provoca en nuestras defensas, unos cambios que en algunos casos son temporales, pero, en otros, pueden mantenerse a largo plazo.
Los investigadores emplearon los datos de 1.000 voluntarios sanos de entre 20 y 70 años –incluidos en la cohorte ‘Milieu Intérieur’ que se creó en 2011– para comprender la variabilidad en las respuestas inmunes, y comprobaron que además del efecto a corto plazo que tenía fumar sobre la inmunidad, este hábito también tiene consecuencias a largo plazo y que, durante muchos años después de haber abandonado el tabaco, los fumadores sufren efectos en algunos de los mecanismos de defensa del cuerpo adquiridos mientras fuman. Los hallazgos se han publicado en la revista Nature y revelan por primera vez una memoria a largo plazo de los efectos del tabaquismo en la inmunidad.
Cómo influye el tabaco en la memoria inmunológica
La eficacia con la que los sistemas inmunológicos de las personas responden a los ataques de patógenos varían significativamente y los autores del estudio investigaron las razones de dicha variabilidad y los factores que influían en las diferencias. Los científicos expusieron muestras de sangre tomadas de individuos de la cohorte Milieu Intérieur a una amplia variedad de microbios (virus, bacterias, etcétera) y observaron su respuesta inmune midiendo los niveles de citoquinas (proteínas que intervienen en la defensa inmune) secretadas.
Gracias a la gran cantidad de datos recopilados sobre los individuos de la cohorte, pudieron determinar cuáles de las 136 variables investigadas (índice de masa corporal, tabaquismo, horas de sueño, ejercicio, enfermedades infantiles, vacunas, entorno de vida…) habían tenido la mayor influencia sobre las respuestas inmunes estudiadas. Destacaron tres variables: tabaquismo, infección latente por citomegalovirus e índice de masa corporal. “La influencia de estos tres factores sobre determinadas respuestas inmunitarias podría ser igual a la de la edad, el sexo o la genética”, señala Darragh Duffy, jefe de la Unidad de Inmunología Traslacional del Instituto Pasteur y uno de los autores del estudio.
En cuanto al tabaquismo, el análisis de los datos mostró que en los fumadores se intensificaba la respuesta inflamatoria que se desencadena inmediatamente con la infección por un patógeno y, además, se alteraba la actividad de determinadas células implicadas en la memoria inmunitaria. Es decir, que los resultados muestran que fumar no sólo altera los mecanismos inmunitarios innatos, sino también algunos mecanismos inmunitarios adaptativos.
“Una comparación de las respuestas inmunitarias en fumadores y exfumadores reveló que la respuesta inflamatoria volvió a niveles normales rápidamente después de dejar de fumar, mientras que el impacto sobre la inmunidad adaptativa persistió durante 10 a 15 años”, señala Darragh Duffy. “Esta es la primera vez que se ha podido demostrar la influencia a largo plazo del tabaquismo en las respuestas inmunitarias”.
Observaron que el sistema inmunológico parece tener algo similar a una memoria a largo plazo de los efectos del tabaquismo. “Cuando nos dimos cuenta de que los perfiles de fumadores y exfumadores eran similares, inmediatamente sospechamos que estaban en juego procesos epigenéticos”, ha explicado Violaine Saint-André, bioinformática de la Unidad de Inmunología Traslacional del Instituto Pasteur y primera autora del artículo.
“Demostramos que los efectos a largo plazo del tabaquismo sobre las respuestas inmunitarias estaban relacionados con diferencias en la metilación del ADN, con el potencial de modificar la expresión de genes implicados en el metabolismo de las células inmunitarias, entre fumadores, exfumadores y no fumadores”. Por tanto, parece que fumar puede inducir cambios persistentes en el sistema inmunológico a través de mecanismos epigenéticos. “Se trata de un descubrimiento importante que aclara el impacto del tabaquismo sobre la inmunidad de las personas sanas y también, en comparación, sobre la inmunidad de las personas que padecen diversas enfermedades”, concluye Violaine Saint-André.
En declaraciones a SMC España África González-Fernández, catedrática de Inmunología e investigadora del Centro de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Vigo (CINBIO), que no ha participado en el estudio dice: “En este trabajo han mostrado que ser fumador modifica el sistema inmunitario. Pero lo importante es que lo hace de forma persistente y que incluso al dejar de fumar sus efectos perduran. Si una persona deja de fumar recupera bien la parte de la inmunidad innata, pero no la inmunidad adaptativa (mediada por los linfocitos). Esto indicaría que habría en el sistema inmunitario una ‘memoria de haber fumado’ de forma persistente, lo que tiene una importante implicación, ya que las personas fumadoras pueden desarrollar otras enfermedades como cáncer, autoinmunidad o alergias, o responder de forma anómala frente a infecciones”.
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