Frente al Nuevo Año, por María García de Fleury - 800Noticias
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Frente al Año Nuevo podemos tener emociones encontradas, por un lado estar preparados para un año emocionante, de crecimiento personal, profesional, a pesar de los desafíos que podamos enfrentar, pero por otro lado puede preocuparnos la condición de nuestro mundo.

Amigos, la fe en Cristo hace que seamos personas de esperanza en este año, pero nuestra parte humana a veces tiene miedo y ansiedad. Podemos elegir vivir en el nuevo año con fe, o podemos elegir vivir al estilo de la vida natural del miedo. Si bien esta elección tal vez no suponga una diferencia real en lo que sucederá en este año, sí afectará dramáticamente nuestra actitud personal.

Al vivir y crecer en la fe en la palabra de Dios, podemos estar seguros del amor de Dios y de que cada uno de nosotros somos importantes en el plan eterno de Dios, pase lo que pase. En fe podemos ver el final de todas las pruebas desde el principio y saber que todas las cosas van a ser siempre para nuestro bien.

Entrar en el Año Nuevo con miedo es una historia radicalmente diferente. Tener miedo de perder nuestro dinero, nuestra salud, nuestras seguridades en esta tierra, crean una sensación de pesimismo y fatalidad, lo cual puede incluso producir una variedad de enfermedades psicosomáticas que consumen la mayor parte de nuestro tiempo, energía y dinero.

Los beneficios personales de entrar en el nuevo año con fe son sólo el comienzo. La esperanza genuina que surge de creer produce mucho más, además de la resistencia a las diversas pruebas que podamos enfrentar, la esperanza da un sentido de confianza en todo lo que hacemos y hablamos.

Al tener la experiencia de ser juzgado y encontrado aprobado, tenemos confianza en las demás decisiones que debemos tomar diariamente, desde las elecciones simples de nuestra vida cotidiana hasta las decisiones que a veces debemos tomar y que cambian la vida; podemos hacerlo sin la ansiedad paralizante tan común al estilo de la vida natural.

Confiando en el liderazgo personal del Espíritu de Dios que mora en nosotros, podemos estar en paz incluso en circunstancias extremas, podemos verdaderamente conocer la paz que sobrepasa todo entendimiento humano porque es la paz que brinda Dios.

La fe y la esperanza nos liberan para pensar y amar a los que nos rodean; cuando te sientas seguro en el amor de Dios y significativo en su plan para tu vida, tienes una expectativa gozosa y confiada sobre tu futuro. Saber que nuestras necesidades están y serán satisfechas nos libera para poder preocuparnos por los demás.

Al entrar en el nuevo año, la esperanza que nos sostiene personalmente también nos permitirá cumplir nuestro elevado llamado de Dios de amar a los demás como Cristo. Independientemente de los próximos eventos de este año nuevo, nuestro propósito sigue siendo el mismo, amar a los demás como Cristo, de hecho, la fe auténtica siempre se manifestará en el amor a los demás, no importa lo que enfrentemos, podemos estar seguros de que tendremos la oportunidad de amar a los demás, de ser solidarios, de buscar el bien común y, sobre todo, de ser felices.

A pesar de la lucha diaria con nosotros mismos, con nuestros temores, elige confiar en Dios, ¿Por qué?, porque con Dios siempre ganamos.

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