Frente a la apertura de los JJOO París 2024, por María García de Fleury
María García de Fleury
Frente a la apertura de los Juegos Olímpicos en París, no podemos callar la blasfemia que se ha hecho contra la verdad más grande que profesan 2.4 millones de personas en el mundo que creen en la Eucaristía como la presencia viva de nuestro Señor Jesucristo, el único Salvador del mundo. Pretendieron hacer una burla. Burlarse significa ridiculizar. No es fácil soportar que se burlen, pero la forma en que respondes marca la diferencia.
Jesucristo es el ejemplo perfecto de cómo responder a la burla. Soportó las burlas de aquellos que no le creían, pero sus burlas nunca pudieron cambiar la verdad. Él es el Hijo de Dios y estaba haciendo la voluntad de su Padre. Jesús defendió valientemente la verdad. ¿Se burlaron de Jesús, de los profetas y de muchos otros por defender la verdad? Puede resultar incómodo que los demás se burlen de lo que uno cree, pero defender la verdad siempre es lo correcto, porque, repito, burlarse nunca puede cambiar la verdad.
En la Carta de San Pablo a los Gálatas, en el capítulo 6, versículo 7, dice: No se engañen. Nadie se burla de Dios. Al final, cada uno cosechará lo que ha sembrado. El que siembra en la carne cosechará de la carne corrupción y muerte. El que siembra en el espíritu cosechará del espíritu la vida eterna. Y agrega, Así pues, hagamos el bien sin desanimarnos, que a su debido tiempo cosecharemos si somos constantes. Por consiguiente, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos y especialmente a los de casa, que son nuestros hermanos en la fe. Este principio ilustra que quienes practican la burla invitan a ser juzgados.
La Biblia es clara en que las acciones tienen consecuencias y menospreciar a los demás puede causar daño al que se burla. En la segunda carta de Pedro, en el capítulo 3, dice: La escritura predice que habrán burladores que seguirán sus propios deseos pecaminosos, indicando de forma amplia que la burla se alinea con el rechazo de la sabiduría divina y se aleja del camino de la rectitud. En el Nuevo Testamento, Cristo aborda el tema de la burla tanto de forma directa como indirecta, siempre enfatizando en el amor, la humildad y la compasión. Sus enseñanzas enseñan que le debemos respeto a todos los individuos y por eso no debemos menospreciar a los demás.
El Evangelio de Mateo, en el capítulo 27, dice que cuando se burlaron de Jesús antes de su crucifixión, Él respondió con silencio y humildad. Demostró humildad ante el desprecio. En ningún momento reaccionó agresivamente ni con ningún tipo de represalias. Las enseñanzas de Cristo sobre el amor están resumidas en lo que Él mismo dijo y que Mateo 7 describe como la regla de oro, haz a los demás lo que quieres que te hagan a ti. Por eso la burla es irreconciliable con las enseñanzas del amor que Jesucristo defendía, pues el amor debe ser el principio rector en todas las interacciones, incluso con los adversarios. Él enseñó que debíamos devolver el bien por mal y que se debía orar por aquellos que se burlan de los principios dados por Cristo. Enseñar la verdad es lo correcto y todos debemos saber que a Dios hay que amarlo por encima de todas las cosas, respetarlo en todo momento, porque Jesucristo es el camino, es la verdad y es la vida, y con Dios siempre ganamos.
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