REPORTAJE | +FOTOS | Con las «uñas» funciona el Hospital Clínico Universitario
Wandor Dumont
El Hospital Clínico Universitario (HCU) de Caracas, un estandarte del sector salud no solo de Venezuela sino a nivel de América Latina en el siglo pasado, hoy durante la denominada «revolución bolivariana» del siglo XXI y, comanda por Nicolás Maduro, ahora es la imagen de la malversación de los fondos del Estado y la negligencia de las directivas que han llevado las riendas del hospital.
Sin que haya una guerra en Venezuela, las imágenes del hacinamiento de los pacientes, sin insumos ni medicamentos, olores de putrefacción saliendo de los baños en condiciones antihigiénicas y totalmente destruidos, sin aire acondicionado, moscas por todos lados y una brisa de aire caliente callejero, son la descripción de algunas de las fallas en que se encuentra la emergencia del Clínico Universitario, mientras que la directiva del centro de salud recibe a «garotas» en las oficinas del hospital, en vez de buscar alguna solución a todos los problemas que aquejan al complejo.
El Clínico es un centros de salud categoría IV, con capacidad para atender a más de 1.000 personas, hoy solo puede atender a unos 300 pacientes con fuertes dificultades.
Este lunes los trabajadores de la salud que hacen vida en el HCU, tras una protesta que realizaron en las puertas del hospital, en rechazo al apagón de más de 10 horas que sufrió el pasado sábado el clínico, el personal del complejo le abrió las puertas del centro de salud custodiada por milicianos y civiles armados «camuflados» y denominados «colectivos», a periodistas y camarógrafos de diferentes medios de comunicación para mostrar las condiciones en que se encuentra el principal hospital de la capital de la República.
Este mismo día, la vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, escribió en su cuenta de red social Twitter, que el doctor Earle Siso ahora es el presidente de la Junta Interventora y Director del Hospital Clínico Universitario, destituyendo así al médico José Fernández Alvarado.
El primer lugar donde los trabajadores llevaron a los equipos de prensa fue el sótano del hospital, donde están las tres plantas eléctricas, la cuales, nunca funcionaron el pasado sábado, el sito se mantiene a oscuras porque los bombillos del pasillo están quemados antes del apagón.
Estos aparatos se encargan de surtir en caso de fallas de energía a las salas de emergencia de adultos y niños, quirófanos, retén general (neonatos), terapia intensiva y recuperación, en caso de fallas de energía.
Todas las Fotos: | En estado “crítico” está el Hospital Clínico Universitario de Caracas
Denis Guédez, trabajador y dirigente sindical del HCU señaló que “no importa si la falla fue afuera o adentro del recinto, eso no importa, en 30 años que tengo trabajando aquí, es la primera vez que esto sucede y todo debido a que a las tres plantas eléctricas no le hacen el mantenimiento que requieren. En 56 años que tiene el HCU, es la primera vez que un hecho como este ocurre”, explicó.
Explicó que las máquinas fueron instaladas hace 15 años y antes que entrara la dirección (de Alvarado, ya destituido) «se robaron las baterías. Presenté una denuncia hace dos meses por la situación de las plantas y la respuesta fue que no había presupuesto”, detalló Guédez.
“Hay negligencia. Dónde estaba la directiva del HUC. Sin baterías, ni diesel y mantenimiento, esto es un caos”, reafirmó.
Durante el recorrido del equipo de 800Noticias por el sótano del hospital se vieron casi todos los pasillos de conexión a media luz o a oscuras.
En esta misma zona, se encuentra dos áreas de baño para los trabajadores administrativos y enfermeras, uno de estos baños, está a medio construir con tierra y aguas servidas por el piso, mientras que el que está en funcionamiento, se encuentra totalmente inundado de aguas negras, un mal olor que emana de las tuberías abiertas, excrementos en las pocetas, debido a que no llega el agua a ese sector del hospital para poderle dar mantenimiento, además de estar infestadas de alimañas.
Los trabajadores denunciaron que el servicio de agua no llega de forma continua y cuando hay «no es potable y no tiene presión para surtir todos los pisos», mientras que las cisternas del vital líquido, solo llegan dos veces por semanas y no son suficiente para todo el complejo.
Los familiares de los paciente bajan despavoridos con envases y tobos para buscar agua para así poder asear a sus familiares que están internados, explicaron las enfermeras.
La emergencia en estado crítico
Los pacientes y trabajadores del Hospital Clínico Universitario explicaron que la principal sala de emergencia de la capital, solo funciona con las «uñas».
Cuando se ingresa a la emergencia, pareciera que se estuviera entrando a un sauna desde el momento que se cruzan las puertas batientes, al pasarlas, se ven dos salas en ambos lados del pasillo, repletas de personas paradas al lado de sus familiares con algún problema de salud, esperando para ser atendidos o que al menos sean llevado a una camilla o silla.
Una de esas salas, es el área de inmunología, una salón que atiende al menos a unas 10 personas, todas sentadas en sillas de cualquier tipo, en su mayoría de metal para escritorio. Son contadas con los dedos las sillas de rueda, al menos cinco, en una urgencia que al menos atiende a 50 personas.
Los familiares a un lado sosteniendo la vía intravenosa, echándole aire para espantar las moscas o siendo de apoyo para que los pacientes tengan donde recostarse. Mientras que las enfermeras corren de un lado a otra, atendiendo uno a uno a los paciente en la medida de lo posible.
Con voz partida, los acompañantes califican la situación como «dolorosa» y que «no es posible tener que pasar por algo así, las enfermeras nos ayudan en lo que pueden, pero no hay nada, no tengo ayuda».
Hay que señalar que los familiares tienen que llevar todos sus insumos y medicamentos dependiendo de la patología del paciente, debido a que el hospital por alguna extraña razón no tiene los recurso suministrarlos, solo tiene vendas y algunos insumos.
Al pasar estas dos salas, se avanzas al pabellón donde están las camillas, el ambiente muestra una pesadilla, el aire viciado de la calle que entra por la puerta de salida, camillas en cada pared, debido a que los salones que las albergan están repletos.
Estos cuartos de capacidad para ocho (8) personas, están sin divisiones, es decir, se ven lo que le están haciendo a cada paciente, el aire acondicionado de igual forma sin funcionar, solo las ventas del fondo son la única entrada de aire fresco a los salones.
Pero este último detalle, más que positivo termina siendo un factor negativo, debido a que las moscas entran por el mal olor de los residuos y excrementos que salen de los baños a escasos metros de los pacientes. Pocetas rebosada de desechos y charcos de orine en el piso
Algunas camas están pegadas de las paredes deterioradas y llenas de humedad, la vía colgando del techo de la urgencia, mientras que las enfermeras van atendiendo a los paciente sin guantes ni tapabocas.
Nicolás Maduro dijo en su memoria y cuenta del 2019 presentado a la Asamblea Nacional Constituyente que el presupuesto del sector salud a aumentado 25 veces, desde que llegó la «revolución bolivariana», pero la pregunta sería, si los recursos fueron aprobados por el Ejecutivo, por qué no se ven reflejado en los hospitales y a quiénes se los aprobaron. Dos interrogantes respondidas por el Gobierno, echándole la culpa a Estados Unidos por bloqueos internacionales y por la «corrupción» de «traidores».
La comida
Algo indispensable para que una persona enferma se recupere, es la alimentación, en este caso, la comida que sirven las enfermeras (sin ser culpa de ellas, «y si es que hay» dijo una de las profesionales) está totalmente fuera de algún criterio nutricional para cada patología que se esté tratando.
Tomando en cuenta que haya algo que cocinar, es la misma comida para todos los pacientes, de no haber, los familiares o acompañantes tienen que salir a buscar algún alimento.
El carrito de la comida llega con tres envases cubiertos con una pañito, para evitar que las moscas inunden los alimentos: un recipiente de arroz, otro de pollo picado o desmenuzado y el último de ensalada.
A cada paciente le toca una cucharada de cada alimento, pero más allá de la porción, las personas deben tener su plato o algo donde poder recibir la comida.
Una señora de 70 años recibió su ración en un vaso de plástico porque no tenía más nada, el mismo donde ingiere líquidos, y el cual, le había dejado su familiar que tuvo que salir a buscar el medicamento que iba a ser inyectado en la vía intravenosa.
Al final, el Hospital Clínico Universitario pasó de ser el ejemplo y desarrollo del sector salud de Venezuela, a una muestra de malversación de fondos del Estado y de indolencia por parte de quienes dirigen el área.