Fiesta del Corazón Inmaculado de la Virgen María
Por María García de Fleury
La memoria del Corazón Inmaculado de María sigue a la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, un corazón llama al otro, un corazón sigue al otro. La devoción mariana se vive como parte integrante del amor a Jesús quien, desde la cruz, la dio como madre nuestra.
La sangre que corre por el corazón de Jesús fue tomada por completo de la sangre de María, las fibras de su corazón inmaculado alimentaron a la humanidad santísima de Cristo.
El evangelista San Lucas dice «y su madre conservaba todas estas cosas en su corazón». Lucas menciona en dos lugares al corazón de María, presentándolo como un relicario en donde María guardaba las palabras y los episodios ocurridos con su hijo. Los padres de la iglesia hablan de la devoción al corazón de la madre de Dios, pero en su mayor parte fue en el siglo XVII, con San Juan Eudes, que esta devoción se generalizó, sobre todo con su obra titulada «El corazón admirable de la santísima madre de Dios», que tiene mas de 1000 páginas.
Fue en las apariciones de Fátima cuando la propia Santísima Virgen le comunico a los tres pastorcitos, el 13 de junio de 1917, que Dios quería establecer la devoción al inmaculado corazón de María y mediante ella salvar a muchas almas. Concretamente les dijo «Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi inmaculado corazón, a quien la abrace le prometo la salvación y serán amadas de Dios estas almas como flores puestas por mí para adornar su trono».
En diciembre de 1925 la Virgen se le volvió a aparecer a Lucía, una de las tres pastorcitas videntes de Fátima y les dijo «yo prometo asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen el rosario con intención de darme reparación».
El Papa Pío XII, en plena segunda guerra mundial, consagró el mundo al corazón inmaculado de María, luego, el 4 de mayo de 1944, estableció oficialmente las fiestas del corazón inmaculado de María en toda la Iglesia Católica, con la intención de obtener paz entre las naciones, libertad para la iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes.
El 1 de noviembre de 1950, el mismo Pío XII decretó la Asunción de la Virgen María al cielo como dogma de fe, implicando que el corazón de María madre esté en el cielo junto a su hijo Jesús en la gloria. Jesús sobre la tierra tomó los rasgos humanos de su madre María, ahora, el corazón de María madre está en el cielo junto a su hijo Jesús donde ha recibido los rasgos de gloria que son típicos de él.
Al honrar el corazón inmaculado de María, lo abarcamos todo, porque ella es templo de la Santísima Trinidad, ella es receptáculo de paz, tierra de esperanza, cáliz de amargura y dolor, consuelo de los afligidos, abogada llena de compasión y misericordia para con los hombres, ella es sede de la sabiduría. Venerar y consagrarnos al inmaculado corazón de María, es venerar el corazón que guarda todas las cosas de Dios en su corazón y que ayuda a sanar y consagrar a Dios nuestro propio corazón.
Vamos a pedirle al corazón de María: «Llévanos reina y madre de tu mano, hasta las profundidades del corazón de Jesús, porque el es Dios y con Dios siempre ganamos».
