Ferrari hace soñar a los ‘tifosi’ de cara al GP de China
Shanghai, China | AFP | En China, Ferrari se pronuncia «Falali» y se divide en dos vertientes: el coche del nuevo rico chino, objeto de sospechas por parte del Partido Comunista, y el monoplaza estrella del Gran Premio en Shanghai, objeto de culto por los ‘tifosi’.
Estos últimos, evidentemente todos vestidos de rojo, comenzaron este viernes a invadir el circuito de la capital económica china, mientras que sus ídolos, el alemán Sebastian Vettel y el finlandés Kimi Raikkonen, destacaban en los ensayos libres.
Zhen Guan, empleada en una empresa auditora, se tomó una semana de vacaciones para dar rienda suelta a su pasión por la Scuderia y por aquel al que ella simplemente llama ‘Kimi’.
Tras despertarse por la madrugada, esta aficionada estuvo cuatro días en el aeropuerto internacional Pudong de Shanghai, esperando al piloto finlandés.
«Esperaba de 6 am a 11 pm de la noche, porque no sabía cuando aterrizaría. La gente dormía allí para no perdérselo», relató la china de 25 años.
«Puede ser el último año que venga (Raikkonen) a Shanghai», se justificó ya que el campeón del mundo en 2007 cumplirá 36 años en octubre.
El jueves por la tarde, Zhen Guan trajo al circuito toda su colección de objetos de Ferrari, sobre todo muchos modelos a escala de los coches, que esperaba que Raikkonen los firmase en una sesión de autógrafos.
– Ser un ‘tifoso’ sale caro –
«Había tanta gente que solo conseguí que me firmara un libro», contó decepcionada.
Ser ‘tifoso’ en China sale caro, aunque solo sea para equipar accesorios. Los fans acuden a las franquicias de la empresa italiana para comprar una gorra a 350 yuanes (53 euros, 56 dólares), un paraguas por 400 yuanes (60 euros, 64 dólares) o el ahora indispensable protector para el teléfono móvil con el dibujo del ‘Cavallino Rampante’.
«Ferrari, es la referencia suprema en el mundo del automóvil», asegura Zhao Liang, venido de Shijiazhuang, en la provincia industrial de Hebei, a unos mil kilómetros de Shanghai.
Junto a su hermano pequeño, que lleva una bandera roja de la Scuderia, y a su tío elogia la «historia centenaria» de la firma de Maranello. En realidad, la marca fue fundada en 1947 por Enzo Ferrari. Además, una película sobre la empresa está en preproducción y el actor Robert De Niro encarnará al famoso ‘Commendatore’.
El domingo, la familia Zhao estará en las tribunas soñando con que Vettel reedite el éxito de hace dos semanas en Malasia.
Huang Ting, que actualmente tiene 26 años, recuerda los tiempos en que vibraba con Michael Schumacher cuando estaba en el instituto. Desde la victoria del ‘Barón Rojo’ en Shanghai en 2006, ella nunca ha dejado de animar a la Scuderia.
En la compañía donde trabaja en Shanghai, se encontró con otra hincha de Ferrari: Cai Yanping encuentra a Raikkonen «tan hermoso» que ella ya estuvo animando en los circuitos de Singapur y Malasia.
– Fotografiar una fotografía –
Esta aficionada de 34 años consiguió la firma de Kimi Raikkonen en una gorra y una fotografía, que a su vez ha fotografiado por si acaso pierde estos trofeos.
El fervor que rodea Ferrari en China no hace olvidar el pasado reciente, en donde el nombre emblemático fue censurado en Internet.
La marca fue citada en varios casos sonrojantes para el Partido Comunista y se asocia con la expresión «fu er dai», que designa a los nuevos ricos de segunda generación, conocidos por su arrogancia.
El escándalo más sonado fue la muerte del hijo de un consejero próximo al expresidente Hu Jintao, al volante de un Ferrari en marzo de 2012.
Aunque las autoridades trataron de tapar la historia, los ciudadanos se preguntaban cómo un descendiente de un alto cargo del Partido podía permitirse un coche deportivo de más de 600.000 euros (640.000 dólares).
O, cuando el hijo del dirigente caído Bo Xilai fue acusado en 2012 de llevar a cenar en un Ferrari a la hija del embajador de los Estados Unidos.
Considerado un «niño de papá» fiestero, el joven Bo Guagua lo negó rotundamente. Otras fuentes señalaron que utilizó otro coche.
Sin embargo, este asuntó incendió las redes sociales, provocando un duro golpe a la campaña de austeridad que llevaba a cabo el partido en el poder.