Fatiga: Cuándo debemos sospechar qué algo no va bien
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La fatiga podríamos definirla como una desagradable sensación de falta de energía. A pesar de que es algo que cualquier persona siente a diario, no sabemos todavía en qué consiste ni cuáles son los mecanismos que la producen. ¿Cómo saber cuándo esa fatiga esconde algo más?
«Fatiga es sinónimo de cansancio, y ambas palabras se utilizan indistintamente pero, en términos coloquiales, hablamos de ‘cansancio’ cuando se origina como consecuencia de una actividad física y de ‘fatiga’ cuando percibimos que el origen es más a nivel mental», subraya en una entrevista con Infosalus el doctor Javier Rivera, portavoz de la Sociedad Española de Reumatología (SER).
De todas formas, eso sí, este experto reumatólogo del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid recalca que, casi siempre, ambas sensaciones de fatiga física y mental van «estrechamente unidas», resultando «difícil» diferenciar ambos componentes.
¿Y cómo distinguir una fatiga normal de aquel cansancio que puede ser síntoma de enfermedad? El doctor precisa que debemos partir de la idea de que fatiga se puede considerar como algo «normal», que aparece como consecuencia de la actividad diaria, tanto física como mental. «En estos casos, habitualmente la fatiga solo es una consecuencia lógica de la actividad que realizamos», sostiene.
Ahora bien, este especialista distingue que en algunos pacientes la fatiga se encuentra acompañada de otros síntomas generales como dolor generalizado, ansiedad, depresión, apatía, alteraciones del sueño, o alteraciones de la memoria o de la concentración: «Todos estos síntomas se originan en el sistema nervioso central, por lo que podemos deducir que en estos casos la fatiga es patológica y es un síntoma más de otras enfermedades».
Según indica, el sueño es la vía natural por la que el organismo regula la fatiga, de forma que después del descanso nocturno la fatiga desaparece y se vuelven a recuperar los niveles de energía que permiten realizar la actividad normal. «En los pacientes con fatiga patológica, ésta no se recupera a pesar del descanso nocturno», aprecia el reumatólogo.
Aquí, el miembro de la SER destaca que siempre la fatiga acompaña a cualquier tipo de enfermedad, bien sea infecciosa, neurológica, psiquiátrica, oncológica, o reumatológica, entre otras.
«El único denominador común de todas ellas es que suelen ser enfermedades crónicas, o por lo menos de una cierta duración. En algunas ocasiones, la fatiga es de tal magnitud que es el síntoma más importante y se puede considerar en sí misma como una enfermedad, como ocurre en el síndrome de fatiga crónica y en la fibromialgia», advierte.
A este respecto, el doctor Rivera indica que al síndrome de fatiga crónica se le ha puesto siempre como ejemplo de fatiga extrema, aunque en realidad es mucho más que eso: «Estos pacientes, además de la fatiga física y mental en grados incapacitantes, tienen otros síntomas como intolerancia al esfuerzo, alteraciones digestivas, circulatorias, cutáneas, cognitivas, anímicas o del sueño que sugieren que se trata de una enfermedad mucho más compleja de lo que se pensaba hasta ahora».
CUIDADO CON NUESTROS HÁBITOS EN NUESTRO DÍA A DÍA
Además, llama la atención sobre el hecho de que algunos hábitos de nuestro día a día pueden favorecer el que estemos más cansados de lo normal: «Los hábitos de vida poco saludables producen una sobrecarga a nuestro organismo, obligándole a realizar un mayor esfuerzo, y ocasionando también un mayor consumo de energía que se traduce en la aparición de fatiga más rápidamente».
Para entender mejor esto, el doctor Rivera pone de ejemplo del exceso de peso: «Considerando las mismas condiciones de actividad física y mental de dos personas, el hecho de que una de ellas tenga un peso mayor le obliga a realizar un mayor consumo de energía para llevar a cabo la misma actividad que la otra conduciendo, como es lógico, a la aparición de fatiga más precozmente».
Otros hábitos poco saludables que aumentan la fatiga son el consumo de substancias excitantes como el tabaco, el alcohol o el café, entre las más frecuentes, al tiempo que resalta que también hay que tener en cuenta que el estrés o las preocupaciones diarias son una fuente importante de fatiga mental.
Así con todo, a la hora de mantenernos menos cansados en el día a día, el doctor Rivera subraya que lo más razonable es mantener un buen equilibrio entre la actividad realizada, el ejercicio físico y el descanso nocturno.
«El ritmo actual de la vida moderna podríamos decir que es muy acelerado. Realizamos muchas actividades a lo largo del día, sin apenas momentos de descanso para recuperarnos. Además, estamos sometidos continuamente al estrés de tener que cumplir con las exigencias impuestas desde fuera de nuestro trabajo y de nuestra vida personal. Obviamente, este ritmo de vida conduce a un gasto rápido de energía de nuestro organismo produciendo más fácilmente fatiga mental y física», aprecia el experto.
Asimismo, el especialista en Reumatología del Hospital Gregorio Marañón llama la atención sobre el hecho de que el ejercicio físico realizado de forma diaria aumenta la capacidad del organismo para hacer frente al desgaste físico, de manera que cuanto mayor grado de forma física se tiene más tarde aparece la fatiga.
Por otro lado, dice que el ejercicio físico es un «magnífico regulador de la homeostasis» (equilibrio) general de nuestro cuerpo consiguiendo una recuperación más rápida las funciones metabólicas, endocrinas o neurológicas de nuestro organismo relacionadas con la fatiga mental.
«El sueño, como dijimos antes, es la manera más natural de recuperarse y de eliminar la fatiga. Es importante que el sueño sea de buena calidad si se quiere asegurar una correcta recuperación y, desgraciadamente, tengo que decir que el sueño inducido por los fármacos más comunes que se emplean para dormir no consiguen alcanzar un sueño reparador», matiza el doctor.
NO ESPERES MUCHO DE LOS PRODUCTOS QUE DICEN QUITAR LA FATIGA
En última instancia, el portavoz de la Sociedad Española de Reumatología subraya que, desgraciadamente, no existe ningún fármaco que consiga eliminar la fatiga. «Los fármacos que produce sueño, como decía antes, no eliminan la fatiga y a corto y medio plazo tienen demasiados efectos secundarios que los hacen poco recomendables. Los productos de herbolario, vitaminas, energéticos o vitalizantes, no han demostrado una eficacia real en el tratamiento de la fatiga, por lo que no deben depositarse demasiadas expectativas en su uso», agrega.
A su vez, Rivera mantiene que el ejercicio físico moderado realizado de forma regular, las técnicas de relajación, la higiene del sueño, o el desarrollo de hábitos saludables, se encuentran entre las medidas más eficaces para mejorar la fatiga.