Estudio | Ninguna vacuna contra la covid destruye el sistema inmunitario - 800Noticias
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EFE

Ninguna de las vacunas contra la covid-19 puede destruir el sistema inmunitario, como afirma un artículo difundido en las redes sociales, que es refutado por la Asociación de Vacunología y la sociedad de medicina preventiva SEMPSPH.

En las últimas semanas se ha vuelto a difundir en Twitter y Facebook un texto publicado en varios portales de internet.

«Enorme escándalo descubierto: la vacuna COVID-19 destruye nuestro sistema inmunológico de forma permanente», afirma ese escrito en su titular.

Ese mismo mensaje ya se había publicado en redes sociales a principios de diciembre.

Se trata de la traducción de un artículo firmado por el osteópata Joseph Mercola, que se puede leer en su web en inglés, con fecha del 11 de noviembre de 2020, y en castellano, datado el 14 de ese mes.

La versión difundida en las redes es una traducción diferente de ese texto, al que también se ha modificado su titular, que en este portal de internet era «Cómo la vacuna contra el COVID-19 podría destruir su sistema inmunológico».

DATOS: La Asociación Española de Vacunología (AEV) y la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) subrayan que no hay ninguna evidencia científica de que las vacunas contra la covid-19 puedan suponer un riesgo de destrucción del sistema inmunitario de las personas que las reciben, como sostiene el artículo.

«Rotundamente no», coinciden en responder a EFE el presidente de la AEV, Amós García Rojas, y el portavoz de la SEMPSPH, Julián Domínguez, a la pregunta de si existe el citado peligro.

García Rojas califica esa afirmación de «disparate» y la rechaza con el argumento de que los ancianos de las residencias «acaban de recibir la vacuna contra la covid-19 y están tan campantes», a pesar, incluso, de que el sistema inmunitario se debilita con la edad.

«Las vacunas no tienen ningún riesgo», enfatiza el presidente de la AEV, quien recuerda que los órganos reguladores de los medicamentos han establecido que los preparados contra la covid-19 tienen «perfiles de seguridad y eficacia razonables».

«Los efectos secundarios que ocasionan, que es lo que nos interesa, están perfectamente descritos en los ensayos clínicos y son similares a los de otras vacunas», afirma García Rojas, para quien el mayor riesgo es no ponérselas, porque la pandemia ya ha ocasionado más de dos millones de muertes.

«TENDENCIOSO» Y «FALSO»

El portavoz de la SEMPSPH, Julián Domínguez, también recalca que los efectos adversos de las vacunas contra la covid-19, que se administran desde principios de diciembre, cuando el Reino Unido inició la campaña con el preparado de Pfizer y BioNTech, son similares a las de otras enfermedades.

En su análisis de la versión del texto de Mercola difundido en redes sociales, Domínguez, indica que se trata de un artículo «tendencioso» porque se refiere a fármacos destinados a combatir otras enfermedades y los compara con los de la covid-19 que «tienen una tecnología absolutamente diferente».

También critica que mezcle cuestiones inmunitarias con reacciones farmacológicas, así como que haga un «análisis absolutamente ficticio» cuando Mercola afirma que «la letalidad de la COVID-19 para personas menores de 60 años es menor que la de la gripe» y que «si tienes menos de 40 años, tu riesgo de morir por COVID-19 es sólo del 0,01%».

El titular modificado con el que se ha reproducido el artículo en algunas webs y del que se han hecho eco varios internautas en sus mensajes, en el que se señala que la teoría de la destrucción del sistema inmunitario por parte de las vacunas de la covid-19 es un «enorme escándalo descubierto», merece para Domínguez los apelativos de «sensacionalista» y «falso».

Sobre el argumento principal del escrito, el portavoz de la SEMPSPH explica que el ARN mensajero (ARNm) utilizado en estos preparados dura muy poco tiempo en el cuerpo de quien lo recibe.

Comenta, además, que el ARNm trabaja sobre los ribosomas -los orgánulos en los que tiene lugar la síntesis de proteínas- y no en el núcleo celular, por lo que no puede dañar el sistema inmunitario.

Domínguez recuerda que en el proceso científico no se puede defender que algo es posible solo porque no haya una prueba en contra de su existencia, sino que se necesita una evidencia que avale que una teoría es válida.

UN USO INCORRECTO DE LA DOCUMENTACIÓN CITADA

Del extenso artículo de Mercola, Domínguez cuestiona, asimismo, el uso incorrecto de varios de los estudios que cita para defender sus tesis.

En concreto, este experto en salud pública se refiere a los argumentos erróneos empleados sobre el riesgo de que se produzca una amplificación de la infección dependiente de anticuerpos, un fenómeno que se puede dar en otras enfermedades, como el dengue.

Se trata de un aumento exagerado de los anticuerpos que agrava una dolencia en lugar de curarla, causando daños en diversos órganos.

Nuevamente, no hay ninguna evidencia de que eso pueda pasar con los preparados contra la covid y tampoco parece posible por el tipo de anticuerpos que generan.

En su web, Joseph Mercola se presenta como «doctor en osteopatía», así como «filántropo y defensor de la salud natural».

Tanto la osteopatía como la medicina naturista forman parte del listado de 66 técnicas cuya validez científica estudia la Red Española de Agencias de Evaluación de Tecnologías y Prestaciones del Sistema Nacional de Salud (REDETS), dentro del Plan para la Protección de la Salud frente a las Pseudoterapias.

De ese listado, el Ministerio de Sanidad señalaba en un comunicado del 28 de febrero de 2019 que «el hecho de que existan publicaciones relativas a estas prácticas no implica que la técnica esté respaldada por el conocimiento científico y que se avale su eficacia y seguridad».

«Estas cuestiones serán analizadas de forma individualizada por la REDETS en sucesivos informes», añadía la nota informativa sobre la presentación de estas medidas por parte de la entonces ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, y el titular de Ciencia, Pedro Duque.

En conclusión, las afirmaciones del citado artículo, tanto en la versión publicada en la web del autor como en la difundida en redes sociales como un supuesto escándalo descubierto, carecen del aval científico, ya que no hay evidencias que las respalden y suscitan las críticas de los expertos consultados.

Además, la validez de las disciplinas a las que está adscrito su autor es estudiada por el Sistema Nacional de Salud.

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