Entrando en Semana Santa, por María García de Fleury
800 Noticias | Foto: referencial
Estamos entrando en Semana Santa, una serie de ocho días que brindan la oportunidad de reflexionar sobre el cambio en la humanidad que provocó el sacrificio de Jesús en la cruz. Comienza como el Domingo de Ramos, cuando Jesús entra a la ciudad de Jerusalén, pasa a través de la Última Cena, su Crucifixión y termina el Domingo de Pascua con su Resurrección. Esta es la base del cristianismo. El sacrificio de Jesús lanzó el nuevo pacto que Dios prometió y muchos habían profetizado a lo largo del Antiguo Testamento.
Cada día de la Semana Santa permite asomarnos al corazón de nuestro Salvador muy de cerca. Su amor por nosotros se refleja en cada paso significativo hacia la cruz, cada aliento hasta el último y su resurrección. Aunque Jesús no caminó por la tierra encarnado hasta que nació en Belén de María y José, él existe y obra a lo largo de toda la Biblia.
Las escrituras aseguran que él estuvo presente en la creación con el padre, que él es la palabra y muchas profecías se cumplieron explícitamente durante esta última Semana Santa de la vida de Jesús en la tierra.
Cada Evangelio tiene una narración de la última semana de la vida de Jesús, Mateo, Marcos, Lucas, Juan. Durante Semana Santa en la Iglesia se utilizan colores litúrgicos con significados especiales. El color morado es utilizado durante el tiempo de cuaresma como preparación para la Semana Santa, como un signo de penitencia, sacrificio y preparación para el tiempo cuaresmal. El color rojo se usa en el Domingo de Ramos, Viernes Santo y toda otra conmemoración de la pasión del Señor. El color blanco en Semana Santa se utiliza en los oficios y en las mesas del tiempo de Pascua. También se usan las celebraciones del Señor que no sean de su pasión. El color blanco y el dorado simbolizan la alegría y la pureza del alma y siempre se usan en Navidad y en Pascua de Resurrección. Durante la Semana Santa se cumplieron muchas profecías bíblicas. Jesús vino a la tierra para salvar a la humanidad muriendo en la cruz el Viernes Santo y resucitando el Domingo de Pascua. Al soportar y derrotar la muerte en sacrificio por nosotros, abrió las puertas del cielo permitiendo que nuestros pecados fueran perdonados y llevándonos a la presencia de Dios.
Debido a la naturaleza pecaminosa de la humanidad como resultado de la caída de Adán y Eva en el Jardín del Edén es imposible que seamos lo suficientemente buenos para estar en la presencia de Dios y ser perdonados por nuestros pecados. Jesús murió para abrir el camino a la salvación. La ley del Antiguo Testamento ofrecía muchos sacrificios a Dios, pero Jesús fue el sacrificio perfecto de una vez por todas. Él soportó la cruz por su gran amor por nosotros. La Semana Santa es una oportunidad sagrada para estudiar los fundamentos del cristianismo.
Nuestro Dios no es uno de coincidencias. Cada paso hacia la cruz fue intencional. Cada lección estuvo ligada a su amor personal por cada uno de nosotros. Vivir cada día de la Semana Santa como un momento de encuentro con Jesús, el único Salvador del mundo, hará ahondar en nosotros el amor profundo a Dios y saldremos más revitalizados y felices. ¿Por qué? Porque con Dios siempre ganamos.