En China prosperan las clínicas que «curan» la homosexualidad
diariocorreo.pe
La mujer de Yu aceptó rápidamente el divorcio, pero fue su propia familia la que decidió ingresarlo a la fuerza en el hospital, del que pudo salir gracias a la movilización de su compañero sentimental y defensores de los derechos humanos.
Lo que vivió Yu, de 32 años, no es un caso aislado en China, donde a pesar de la evolución de la legislación y de las costumbres, prosperan la terapias de «conversión».
Durante 19 días, so pena de ser golpeado por los empleados, Yu Hu tuvo que tomar unos comprimidos destinados a «corregir» su orientación sexual, contó a la AFP.
Yu, liberado por la policía de la provincia de Hunan (centro), alertada por su compañero, decidió llevar el caso ante la justicia que juzgará este nuevo caso de «terapia de conversión» el próximo miércoles.
En 2011, China retiró la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales y desde entonces los «camaradas» (como se apoda a los homosexuales) han tenido una mejor aceptación social, sobre todo entre los jóvenes urbanos.
Sin embargo siguen siendo discriminados y sufriendo presiones familiares. Muchos de ellos, hijos únicos, se resignan a casarse para satisfacer las aspiraciones de sus padres y darles nietos.
Las «terapias de conversión» -que los expertos consideran no científicas, ineficaces e, incluso, peligrosas- siguen siendo propuestas por numerosas clínicas, que no dudan en abusar de la angustia de los jóvenes homosexuales o de la inquietud de sus familias.
«¡No me pasó sólo a mí! Esto debe terminar», insiste Yu que sigue sufriendo pesadillas.
El personal médico «debe ser condenado. Ser gay no es un crimen, lo que me hicieron sufrir sí», agrega.
Yu exige que el hospital se disculpe públicamente y que se reconozca que la homosexualidad no es una tara.
La clínica tuvo que indemnizar a Yang Teng, un hombre traumatizado por electrochoques, aplicados en las partes genitales.
Pero a pesar de esa condena, las clínicas de la megalópolis deChongqing continúan actuando con total impunidad recurriendo a electrochoques, camisas de fuerza, encierro e incluso castración química.
Un tratamiento cuesta unos 20.000 yuanes (casi 3.000 dólares), pero los gastos pueden subir si los médicos consideran que se necesitan «tratamientos» complementarios, dice el colectivoLGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgéneros) de Pekín.