El trasplante fecal podría revertir características del envejecimiento
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Hay quien vendería su alma al diablo a cambio de la eterna juventud, pero, aunque los avances médicos nos han concedido más años de vida y la posibilidad de superar enfermedades que antes eran mortales un anciano no puede tener el aspecto (ni la salud y capacidades físicas) de un veinteañero. Sin embargo, la ciencia no descansa y ahora un equipo de investigadores del Instituto Quadram y la Universidad de East Anglia ha testado una forma improbable (y tal vez poco atractiva) de estar más cerca de lograr dicho objetivo, y es que han demostrado que trasplantar la microbiota fecal de ratones jóvenes a ejemplares viejos puede revertir los signos del envejecimiento en el intestino, los ojos y el cerebro de estos últimos.
Cuando el trasplante se realizó al revés, es decir, que los ratones jóvenes recibieron los microbios presentes en las muestras fecales de los más viejos, se produjo una inflamación en su cerebro y se agotó una proteína que es fundamental para tener una visión normal. Los resultados del estudio, que se ha publicado en la revista Microbiome, revelan que los microorganismos que habitan en el intestino desempeñan un papel en la regulación de determinados efectos dañinos del envejecimiento y que las terapias basadas en estos microbios pueden ayudar a combatirlos.
“Este estudio innovador proporciona evidencia tentadora de la participación directa de los microbios intestinales en el envejecimiento y la disminución funcional de la función cerebral y la visión, y ofrece una solución potencial en la forma de terapia de reemplazo de microbios intestinales”, ha afirmado el profesor Simon Carding, de la Facultad de Medicina de Norwich de la UEA y director del Programa de Investigación de Salud y Microbios Intestinales en el Instituto Quadram.
Microbiota intestinal, salud y envejecimiento
Hace tiempo que se sabe que un desequilibrio en la población de microorganismos que tenemos en el intestino –y que se compone de bacterias, virus, hongos, protozoos, arqueas…– se asocia al desarrollo de numerosas enfermedades, desde alteraciones digestivas como la hinchazón abdominal, a trastornos mentales como la depresión o el alzhéimer, entre otras, mientras que, por el contrario, se considera que una microbiota intestinal sana aumenta la esperanza de vida.
Algunos de los cambios que experimenta la composición de la microbiota se producen a medida que envejecemos, e influyen negativamente sobre el metabolismo y la inmunidad, por lo que se han relacionado con trastornos asociados a la edad, incluidas las enfermedades inflamatorias intestinales y los trastornos cardiovasculares, autoinmunes, metabólicos y neurodegenerativos.
Los autores del nuevo estudio transfirieron los microbios intestinales de ratones ancianos a ratones jóvenes y sanos, y viceversa y analizaron su impacto sobre las características inflamatorias del envejecimiento en el intestino, el cerebro y los ojos, cuya función disminuye durante la vejez. Comprobaron así que la microbiota de los roedores viejos provocó la pérdida de la integridad del revestimiento del intestino y esto permitió que los productos bacterianos penetraran en la circulación sanguínea, lo que desencadenó la activación del sistema inmunológico y la inflamación en el cerebro y los ojos.
Los cambios perjudiciales en el intestino, los ojos y el cerebro de los ratones viejos se podrían revertir trasplantándoles la microbiota intestinal de ratones jóvenes. Ahora los investigadores continúan el estudio para averiguar cuánto tiempo pueden durar los efectos positivos observados y para identificar los componentes de la microbiota de los donantes jóvenes que son beneficiosos y cómo afectan a los órganos que se encuentran alejados del intestino.
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