El tenis, el deporte que sí cree en la igualdad de género
EFE
Dos de los cuatro Grand Slams están dirigidos por mujeres. Los premios son equitativos tanto en Melbourne, París, Londres y Nueva York. Que una mujer entrene a un tenista hace años que no es tabú ya. Son muchos los ejemplos que hacen del tenis el deporte que más abraza la igualdad y que de verdad se lo toma en serio.
Y es que la lucha por eliminar las diferencias en el deporte de la raqueta se remonta a hace muchos años, cuando en los 70 Billie Jean King reivindicó el papel de la mujer y acalló las críticas y las faltas de respeto venciendo al extenista Bobby Rigs en la ‘Batalla de los Sexos’.
De su puño también nació el gran cambio que diferencia al tenis de muchos otros deportes y es que fue en 1972 cuando King se dio cuenta que, tras ganar el US Open, recibió unos 15.000 dólares menos que el vencedor masculino, Ilie Nastase. La estadounidense amenazó con no jugar la edición del año siguiente si esto no era subsanado y el Grand Slam neoyorquino se convirtió en el primer gran torneo en introducir la igualdad en el ‘prize money’. Le siguieron Australia, en 2001; Roland Garros, en 2006; y Wimbledon, en 2007.
Ahora los cuatro grandes han dado un paso más y por primera vez en la historia las presidentas ejecutivas del US Open y Wimbledon son mujeres. Stacey Allaster dirige las operaciones en Nueva York, mientras que Sally Bolton tomará el relevo de Richard Lewis en el All England Club a partir de agosto.
Es solo uno más de los ejemplos en un deporte en el que la igualdad ha germinado también desde el lado de los hombres, con un estandarte como Andy Murray. El escocés siempre ha alzado la voz para defender a las mujeres y no de forma simbólica, sino creyendo de verdad en ello.
Fue en el verano de 2014 cuando Murray firmó a Amelie Mauresmo, campeona de dos Grand Slam, para entrenarle, después de haber roto su relación con Ivan Lendl, junto al que conquistó Wimbledon.
Para Murray, aquella relación que duró casi dos años, supuso mirar de tú a tú al escrutinio mundial por haber tomado una decisión que hasta ese momento era rompedora. Los tenistas no eran entrenados por mujeres.
«Cuando antes perdía partidos nadie cuestionada a mi entrenador. En el tenis a quien se critica es normalmente al tenista. No fue eso lo que ocurrió con Amelie», dijo Murray a Sky Sports.
«Una de las cosas de las que me arrepiento es no haber ganado un Grand Slam cuando trabajaba con ella, porque la gente lo consideró un fracaso».
Más tarde el francés Lucas Pouille, que llegó a ser top 10, también contrató a Mauresmo como entrenadora.
Pero la defensa de Murray ha ido más allá de fichar a una entrenadora por un periodo de tiempo. Cuando en una rueda de prensa en Wimbledon le preguntaron sobre que Sam Querrey había sido el primer tenista estadounidense en llegar a semifinales, Murray cortó en seco al periodista para añadir «el primero masculino», recordando a jugadoras como las hermanas Williams.
LA COPA DAVIS Y LAS VESTIMENTAS
Aun así, el tenis no se libra de polémicas relacionadas con la igualdad y uno de los casos más sonados fue la incorporación de Gala León como capitana española de Copa Davis. Pese a su experiencia en el circuito femenino, la elección fue criticada por los jugadores, por su falta de conocimiento del tenis masculino y finalmente abandonó el cargo. Cualquier incógnita de machismo fue despejada cuando fue sustituida por Conchita Martínez en el cargo, quien se mantuvo como capitana más de dos años.
También la ropa elegida por las tenistas han suscitado problemas, como cuando se vetó el vestido de Serena Williams en Roland Garros 2018, por ser rompedor y diferente al resto. La Federación francesa estimó que iba en contra de la tradición y Serena que le ayudaba al riego sanguíneo tras el embarazo. Meses después del torneo parisino la WTA dio luz verde al traje y Serena lo ha seguido utilizando, como en el pasado Abierto de Australia.
Otro caso relacionado con las vestimentas ocurrió cuando a Alize Cornet, tenista francesa que alcanzó el número 11 del mundo, se cambió de camiseta en la pista, en mitad de un partido, por lo que fue sancionada por el juez de silla con una advertencia.
Esto fue polémico porque mientras los hombres pueden hacerlo impunemente durante un cambio de lado, a las mujeres se les pide que se vayan al vestuario. El incidente obligó al US Open, que se disculpó con Cornet y no la sancionó, a cambiar la norma.