El Sínodo de la Sinodalidad, por María García de Fleury
Por María García de Fleury
Acaba de comenzar el sínodo de la sinodalidad, una reunión que ha producido y sigue produciendo muchas expectativas, aunque el Papa en su discurso inaugural dijo que no iba a ser un Parlamento.
Durante tres semanas, en este mes dedicado al Santo Rosario, desde el 4 hasta el 29 de octubre se van a discernir asuntos que afectan a toda la Iglesia, este evento titulado «Por una iglesia sinodal: comunión, participación y misión», ha sido convocado por el Papa Francisco y es histórico por la cantidad de novedades de fondo y forma que se han introducido. Está asamblea supone la tercera y última fase de un proceso que comenzó en 2021 y en el que han participado el conjunto del pueblo de Dios, es decir, obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, hombres, mujeres jóvenes, adultos de todas las edades, creyentes y personalizadas alejadas.
La intención del Papa Francisco como esta convocatoria es que la Iglesia entera participe en la búsqueda de métodos hacia la sinodalidad, es decir, conseguir de una manera real y efectiva que todos caminemos juntos en comunión y fraternidad.
Durante el primer día completo de trabajo el 5 de octubre, los participantes se reunieron en pequeños grupos de 12 personas para discutir la primera parte del documento Instrumento Laboris, que guiará las discusiones de la Asamblea de este mes, los miembros del sínodo sentados en las mesas redondas, recuerdan que ninguno es la estrella de este sínodo y afirman que el protagonismo del evento es el Espíritu Santo.
Ya el arzobispo de Asís señaló que en este sínodo sobre la sinodalidad, proclamar a Jesús es la mayor urgencia.
En las palabras iniciales el papa Francisco dijo que no entristezcamos al Espíritu Santo, destacando los textos de San Basilio sobre el Espíritu Santo y enfatizando la importancia de escuchar en lugar de hablar.
Todas las noches durante el sínodo la Basílica de San Pedro ofrecerá adoración eucarística y también albergará procesiones del Rosario a la luz de las velas, tomando en cuenta la invitación que ha hecho la Virgen, Madre de Dios, de rezar continuamente y el santo Rosario.
Al detenernos un momento en el rezo del rosario, vemos que las Ave Marías son la música de fondo del Rosario, lo más importante en meditar en los misterios de la vida de Jesús, el Rosario es concreto, denso, objetivo, bíblico, es una forma de disciplinar la mente para meditar. La repetición de las Aves Marías tranquiliza la mente y ayuda a levantarse.
Al alma le gusta ir despacio y el Rosario desacelera a la persona, la parte superficial de la psique humana esta en constante movimiento buscando moverse pero el punto más central y profundo de la vida espiritual es ver, oír, escuchar y saborear.
El fin del Rosario no es llegar a alguna parte determinada, es meditar los misterios de la vida de Jesús, mirar el icono de nacimiento de la Virgen María, meditar sobre el nacimiento, la vida y el perdón y la entrega personal, todo desde una variedad de ángulos, por eso tiene un enorme poder espiritual y grandioso poder evangélico y social. Es como han dicho: la verdadera arma del católico.
Hay quienes han comentado que este evento del sínodo es el evento católico más importante del Vaticano Segundo; oremos para que el fruto de este sínodo sea sobretodo la fidelidad a la palabra de Cristo dada en los evangelios, porque Cristo es Dios y con Dios siempre ganamos.
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