El sentido original de las Jornadas Mundiales de la Juventud, por María García de Fleury - 800Noticias
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Por María García de Fleury

La Jornada Mundial de la Juventud 2023 finalizó con más de millón y medio de jóvenes a quienes el Papa Francisco envío por todo el mundo con la seguridad de que Jesús los conoce, los ama y tiene un plan para sus vidas, en ese encuentro festivo centrado en Jesucristo, que buscaba profundizar la fe y acercarse más a Cristo a través de la oración y los sacramentos. Cientos de miles de jóvenes compartieron sus intereses y ambiciones, experimentaron la universalidad de la Iglesia Católica, compartieron con el mundo entero la esperanza de muchos jóvenes que están entregando su vida a Cristo y a su iglesia.

Una celebración internacional como esta, despertaría la curiosidad de muchos, pues mientras multitudes masivas de jóvenes inundan las calles de la ciudad, algunos podrían estremecerse preguntándose ¿Qué tipo de delincuencia le espera a esta ciudad?, pero ocurre todo lo contrario, en la Jornada Mundial de la Juventud masas de jóvenes llenos de sonrisa y alegría, jóvenes cantando, bailando, cultura tras cultura, nación tras nación, usando o sosteniendo con orgullo sus banderas en alto, saludándose unos a otros en paz, intercambiando sus fichas, dándose cuenta humildemente de lo pequeños que son en un mundo de personas y fortalecidos para ser testigos de tantos que comparten sus convicciones.

San Juan Pablo II  en el 2002 le dijo a los jóvenes peregrinos en la Jornada Mundial de la Juventud en Toronto, que cuando allá por el año 1985 quiso iniciar las jornadas mundiales de la juventud, imaginó que fuera un momento poderoso en el que los jóvenes del mundo pudieran encontrar a Cristo que es eternamente joven, pudieran aprender de él a ser portadores del evangelio para los demás jóvenes y convertirse en mejores y más comprometidos fieles testigos vivos como discípulos de Cristo.

En esta jornada del 2023 hubo varios momentos especiales, entre ellos el milagro de una joven madrileña de 16 años llamada Jimena, que estaba ciega y después de recibir la Sagrada Comunión en la misa recuperó la vista.  Estuvo presente el clásico signo de la cruz dada a los jóvenes en la primera Jornada Mundial de la Juventud por el Papa Juan Pablo II, con el encargo de llevarlo por todo el mundo como símbolo del amor de Cristo por humanidad y anunciar a todos que solo en la muerte y resurrección de Cristo podemos encontrar la salvación y la redención.

La entrega de los jóvenes portugueses de la Cruz Peregrina y el ícono de Nuestra Señora, tuvo lugar el 22 de noviembre de 2020, solemnidad de Cristo Rey en una celebración presidida por el Papa Francisco el Vaticano; desde entonces recorrió 40.000 kilómetros, pasando por varios países y por las veintiún diócesis de  Portugal, donde la cruz peregrina y el ícono de Nuestra Señora pasaron por centros comerciales, iglesias, prisiones, hospitales, residencias de mayores, colegios públicos, colegios privados, asociaciones, centros de formación con muchos momentos de oración, procesiones, celebraciones del viacrucis y el rosario, la eucaristía y momentos de adoración.

Ahora la cruz y el ícono de Nuestra Señora regresan a Roma para ser trasladados a la juventud de Corea del Sur para el próximo Jornada Mundial de la Juventud en el año 2027. La llamada a la fidelidad a Cristo, único salvador del mundo, sigue siendo real, duradera, intensa y llena de una ternura que solamente Cristo sabe comunicar, porque él es Dios y con Dios ¡siempre ganamos!