El Profeta San Elías, por María García de Fleury
por: María García de Fleury
El profeta Elías nació en un pueblo llamado Galaad en el siglo IX antes de Cristo; cuando Elías nació su padre tuvo una visión de ver ángeles, que rodeaban al niño y que veía como era alimentado y vestido con fuego.
Dios escogió a este hombre de las regiones desérticas para que fuera delante de reyes llevándoles, el mensaje de advertencia y arrepentimiento. Elías era un hombre como cualquiera de nosotros, con sueños, esperanzas, debilidades y flaquezas, pero también un hombre con gran fe en Dios, era un profeta directo, franco, era un hombre de Dios. Al hablar las profecías de Dios se granjeó varios enemigos fieros pero estos nunca pudieron derrotarlo, luchó contra la idolatría y la matanza de los profetas en lo que el rey Acab y su esposa Jezabel eran los más exacerbados.
La apostasía durante el reino de Acab fue el resultado de muchos años de reyes corruptos y una maldad que se incrementaba hasta que la maldad rebozo la tierra, la mayoría de las personas habían cedido a Satanás y a sus demonios y se habían dedicado a la adoración de los dioses Baal y Astoret.
Elías exhortaba las personas del antiguo Israel para que se alejaran del pecado, para que regresaran al Dios verdadero. Un día fue donde el rey Acab y le dijo «por tus pecados desde hoy ya no lloverá ni habrá Rocío hasta que yo se lo pida a Dios».
Con motivo de la sequía y para demostrar que el Dios de Israel es el Dios verdadero, Elías retó al rey Acab a que reuniera a 450 profetas de Baal en el Monte Carmelo; recordemos que la montaña es el lugar privilegiado del encuentro con Dios, allí invito a los sacerdotes paganos, a que lograrán que su divinidad encendiera la leña de un altar y fracasaron. Luego hizo que prepararan un altar igual y que mojaran la madera tres veces y logró que Dios la encendiera,
Con esto dejó en ridículo a los profetas de Baal, las sequía cesó, pero Elías tuvo que huir para evitar la venganza de Jezabel. La huida, sin embargo, se convirtió en una bendición, porque por su causa el profeta gozó de la visión de Dios único al que servía con fidelidad muy perseverante.
Elías se escondió de Jezabel en una cueva del monte Carmelo y allí se le apareció Dios en una brisa suave, Elías realizó una serie de milagros, allí apartó las aguas del río Jordán, sano las aguas de Jericó, multiplicó el aceite de la viuda, revivió un muchacho, sanó a la gente que había comido un guisado envenenado, dio de comer a muchos hambrientos, sanó la lepra de Naamán, hizo flotar un hacha y guio a los reyes en la guerra.
Elías es considerado como uno de los profetas más importantes del Antiguo Testamento, llevó a cabo fielmente la misión de Dios a pesar de tener que enfrentar el peligro y las dificultades, él era la voz singular de alguien que clama en el desierto para reprender el pecado en la tierra, para descubrir a los falsos profetas y a la falsa religión de su época, el profeta Elías fue fiel a Dios porque sabía que con Dios ¡siempre ganamos!