El perro, verdadero amigo de la salud del cerebro y del corazón - 800Noticias
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Agencias

Por miles de años, el nexo entre el can y el humano ha ido evolucionando, hasta llegar al concepto de mascota que manejamos hoy. Se sabe que los perros, al dar compañía, reducen la ansiedad y la soledad, elevan la moral y el estado de ánimo. Una sola sesión de terapia canina reduce el estrés y el dolor durante ciertos procesos terapéuticos pediátricos.

El efecto de los perros como mascotas en la salud física es menos entendido. Dos estudios se proponen rectificar esto, comenta el doctor Dhruv Kazi, de parte de la Asociación Americana del Corazón (AHA).

Los perros, al dar compañía, reducen la ansiedad y la soledad, elevan la moral y el estado de ánimo.

Uno de ellos es una revisión sistemática de todas las publicaciones previas (10 estudios, algunos de ellos sostenidos hasta por 22 años, con 3,8 millones de participantes) que buscaron cómo impacta el tener un perro en todas las causas de muerte y en la mortalidad cardiovascular. Este encontró una reducción del 24% en los riesgos de muerte por todas las causas y el 31% de reducción en el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular.

Kazi menciona que tener un perro:

Incrementa el tiempo en exteriores, lo cual tiene efecto positivo en la salud cardiovascular, la presión sistólica y el ritmo cardiaco en descanso, e incluso beneficiaría los perfiles lipídicos.

Puede atenuar la respuesta de la presión sanguínea al estrés, mejor que solo tomar el medicamento.

Puede beneficiar en ciertas enfermedades críticas, como los pacientes hospitalizados por fallo cardiaco avanzado.

Puede favorecer el microbioma del intestino, por la exposición a los gérmenes que el perro trae a la casa.

Pero la relación más evidente es que tener un perro incrementa la actividad física. Si bien hay que diferenciar el accidente cerebrovascular del infarto, el impacto es positivo en ambas enfermedades, dice el doctor Fausto Heredia V., cardioangiólogo intervencionista y hemodinamista. En el caso del infarto, la mascota mantiene activa a la persona (el perro tiene que salir a caminar al menos dos veces al día, de 20 a 30 minutos). Lo cual le va bien al paciente coronario, pues se le mandará a hacer una caminata diaria, obligatoria, unos días después de ser dado de alta.

El efecto de una mascota en la salud no es de menospreciar, señala el doctor Luis Gómez Macías, cardiólogo especialista en arritmias. Esto porque intensifica en el dueño la necesidad de recuperarse para seguir cuidando del animal y hacer las actividades habituales con él. Tanto en los accidentes cerebrovasculares como en los cardiacos tener la compañía de un perro promueve la actividad física, aparte de proveer estabilidad emocional.

Y, definitivamente, el mejor regalo que un perro le hace a la salud cardiovascular de su dueño es la gran mejora en su salud mental: menos depresión y soledad, más autoestima. “En el caso de los que han sufrido infartos, en que hay gatilladores emocionales, tener una mascota esperando día a día en la casa les da un estado de ánimo diferente, son más activos y más alegres”, dice el doctor Heredia.

Para quien ha sufrido un accidente cerebrovascular, por otra parte, es importante el cariño y la compañía de la mascota durante el proceso de recuperación. Evita, por ejemplo, la tristeza que incide en la inmunodepresión. “Hay una estimulación de varios neurotransmisores que elevan el estado de ánimo”, comparte Heredia, “y con él, las ganas de estar bien”.

Tener una mascota alivia el estrés que pueda generar el proceso de recuperación. “Por ejemplo, si el accidente dejó una secuela neurológica importante, pero él quiere comunicarse con su perro, tiende a recuperarse”, explica el doctor Gómez. Los perros suelen establecer ciertas rutinas con los humanos (caminar, trotar, jugar), y cuando los dueños vuelven a casa, las mascotas los buscan y les piden que se retome esas rutinas, motivándolos a recuperar las habilidades necesarias. También evita la soledad que siente la persona al quedarse sin la familia durante el día. “Los cuadros de depresión mejoran”.

Lo que sucede, comenta el doctor Gómez, es que la edad sí tiene cierto peso en la celeridad de la recuperación, pues mientras más joven es el paciente, puede reiniciar antes las rutinas saludables que tenía con su mascota.

Debe ponerse atención al elegir el perro, buscando una raza cuya energía y necesidad de actividad física vayan acordes a las del humano.

¿Qué hay de quienes no tenían perro antes de un accidente cerebrovascular, se les recomienda traer uno a casa? “Depende de la severidad del cuadro”, es la opinión del doctor Gómez. En el caso de secuelas invalidantes, que impidan caminar, sí se recomienda tener una mascota. “Disminuye la soledad y puede ser un vehículo para liberar sentimientos positivos”. Pero si las secuelas le impiden comunicarse claramente con el perro, no lo aconsejaría, porque el perro puede confundirse con las instrucciones y no lograr un comportamiento adecuado. “Aún así, hay perros con entrenamiento especial para esto”, enfatiza.

En el caso del infarto, señala Gómez, en que el corazón se debilita y se limita, debe ponerse atención al elegir el perro, buscando una raza cuya energía y necesidad de actividad física vayan acordes con las del humano.

Por supuesto, dice Heredia, el efecto parece ser mayor cuando la persona tiene un perro desde antes de presentar alguno de estos problemas. “Antes del infarto es bueno, y después, también”, resume el cardiólogo.

Una palabra de precaución de parte del doctor Kazi: no salte a la conclusión de que hay que conseguir un perro ahora mismo. No como un amuleto para la buena salud, no por las razones incorrectas. Los estudios, después de todo, siguieron a personas que estaban habituadas al trato con mascotas.

“Debemos reconocer que adoptar a un animal es una tarea mucho más grande que embarcarse en una nueva terapia. Añadir un nuevo miembro de cuatro patas a la familia requiere compromiso a largo plazo y cambios en el estilo de vida”, añade Kazi, y repite la posición oficial de la AHA: “La adopción, rescate o compra de una mascota no debe ser hecho por el propósito primario de reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular”. Aunque un creciente cuerpo de evidencia respalde esta idea, la recompensa de tener un perro es el amor incondicional de un amigo leal. “Los beneficios de salud son una bonificación bienvenida”.

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