El Papa reza por los que trabajan en la Cruz Roja y en la Media Luna Roja
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Francisco presidió la misa en la Casa Santa Marta en el viernes de la cuarta semana de Pascua y en el día de la Súplica a Nuestra Señora de Pompeya. En la introducción, conmemoró la jornada mundial de la Cruz Roja:
Hoy es el Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Rezamos por las personas que trabajan en estas dignas instituciones: que el Señor bendiga su trabajo que hace tanto bien.
En su homilía el Papa comentó el evangelio en el que Jesús dice a sus discípulos: «No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. (…) Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes».
Esta conversación de Jesús con los discípulos, recordó su santidad, tiene lugar durante la Última Cena: «Jesús está triste y todos están tristes. Jesús dijo que sería traicionado por uno de ellos, pero al mismo tiempo comienza a consolar a los suyos. El Señor consuela a sus discípulos y aquí vemos cuál es la forma de Jesús de consolarlos. Tenemos muchas maneras de consolar, desde las más auténticas, desde las más cercanas hasta las más formales, como esos telegramas de condolencia: ‘Profundamente apenado por…’. No consuela a nadie, es una ficción, es el consuelo de la formalidad. Pero, ¿cómo consuela al Señor? Es importante saberlo, porque también nosotros, cuando tengamos que pasar por momentos de tristeza en nuestras vidas, subraya Francisco, debemos aprender a percibir cuál es el verdadero consuelo del Señor».
«El Señor siempre consuela en la cercanía, con la verdad y en la esperanza», dijo.
No es fácil, afirma el Papa, dejarse consolar por el Señor. Muchas veces, en los malos momentos, nos enfadamos con el Señor y no dejamos que Él venga y nos hable así, con esta dulzura, con esta cercanía, con esta mansedumbre, con esta verdad y con esta esperanza. «Pidamos la gracia de aprender a dejarnos consolar por el Señor. El consuelo del Señor es verdadero, no engaña. No es anestesia, no. Sino que es cercano, es veraz y nos abre las puertas de la esperanza», concluyó.
Con información de VaticanNews.va
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