El Papa pide a la Virgen el fin de la pandemia y que desate sus nudos
EFE
El papa Francisco pidió hoy a la virgen el final de la pandemia de coronavirus y de los «nudos» del «egoísmo y de la indiferencia», en la ceremonia con la que ha concluido la maratón de rezo de rosario a la que dedicó mayo.
«Hemos dirigido nuestros ojos a ti, madre de la misericordia, suplicándote que acabe la pandemia y la humanidad pueda retomar la vida cotidiana con mayor seguridad», imploró el pontífice en la ceremonia, que tuvo lugar en los Jardines Vaticanos.
El pasado 1 de mayo el pontífice inauguró una «maratón de oración» para pedir el final de la pandemia y cada día del mes se ha celebrado en un santuario del mundo, desde el Vaticano, pasando por Oriente Medio, África o Asia hasta Latinoamérica.
Este lunes fue el momento de cerrar esta iniciativa. El papa pronunció sus palabras ante un lienzo que representa a la Virgen Desatanudos, de la que es muy devoto, y que procesionó por los Jardines hasta ser instalada sobre un lecho de rosas blancas.
Francisco abrió el rezo del Rosario con unas breves palabras con las que pidió a la Virgen que deshaga los «muchos nudos que se atan en nuestra existencia y perjudican nuestra actividad», dijo.
«Son los nudos del egoísmo y de la indiferencia, nudos económicos y sociales, de la violencia y de la guerra. Con tu obediencia has desatado el nudo de la desobediencia de Eva, con tu fe has deshecho lo que Eva había atado con su incredulidad», oró el papa.
Y concluyó: «Te rezamos madre santa, desata los nudos que nos oprimen espiritual y materialmente para que podamos dar testimonio de Jesucristo».
La imagen de la Virgen Desatanudos es una copia cuyo original se encuentra en Augsburgo, en Alemania, realizado por el pintor alemán Johann Georg Melchior Schmidtner hacia 1700, y que representa a la Virgen intentando desatar los nudos de una cinta blanca tendida por dos ángeles, rodeada de escenas bíblicas que remiten simbólicamente a imágenes de esperanza, misericordia y victoria sobre el mal.
Cada una de las oraciones del Rosario fueron dedicadas a una intención, «nudos» que deshacer. Se pidió sanar la herida de la soledad y de la indiferencia, agravada por la pandemia.
Pero también se imploró a la Virgen por los desempleados, en especial a los jóvenes, mujeres y padres de familia, y se pidió el fin de la violencia contra las mujeres en las casas y el apoyo a los científicos y a la solidaridad a la hora de compartir fármacos y vacunas en el mundo.
Acompañaron al papa decenas de fieles y la procesión con la imagen de la Virgen fue seguida, entre otros, por los niños que han tomado la comunión en la parroquia de Viterbo (centro), la primera que ofreció sus locales para organizar centros de vacunación.
El final de esta maratón de rezos fue seguida en directo por católicos de todo el mundo, reunidos en santuarios como el de Maipú en Santiago de Chile, el de Nuestra Señora de Os Gozos en Orense (España) o el de la Virgen de los Milagros de Caacupé en Paraguay.
Francisco cerró el acto reclamando un acceso igualitario a las vacunas: «Qué pronto se de a todos la posibilidad de ponerse en seguro con la vacuna», dijo, antes de abandonar los Jardines.