El Papa celebró misa por obispos y cardenales difuntos - 800Noticias
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EFE

El papa Francisco celebró hoy ante pocas decenas de religiosos y religiosas en la basílica de San Pedro la misa por los obispos y cardenales fallecidos este año, algo que se repetirá en las próximas ocasiones debido a la pandemia.

En esta ocasión, todos los participantes, incluidos los concelebrantes, los lectores y también el maestro de las celebraciones litúrgicas, Guido Marini, siempre al lado del pontífice durante estos actos, llevaron la mascarilla, mientras que Francisco no la llevó.

La misa de sufragio de los seis cardenales fallecidos este año y los 163 arzobispos y obispos se ofició en el altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana y no en el altar central de San Pedro y solo asistieron algunos religiosos y religiosas.

El Vaticano había adelantado que por el incremento de los casos en Italia se volverían a tomar medidas para evitar los contagios y que las celebraciones del papa serían con la presencia de pocos fieles, mientras que se suspendieron las audiencias generales con público.

El pasado 2 de noviembre, Francisco celebró en solitario la misa de difuntos en el campo santo teutónico, en el interior del Vaticano, mientras que en años anteriores había acudido a los cementerios de Roma.

En su homilía el papa habló «del desconcierto que humanamente experimentamos ante la muerte».

Y pidió al Señor que «disuelva esa melancolía negativa que a veces nos penetra, como si todo terminara con la muerte» al explicar que «es un sentimiento alejado de la fe, que se añade al miedo humano de tener que morir, y del que nadie puede decir que es completamente inmune».

«Por esta razón, ante el enigma de la muerte, incluso el creyente debe convertirse continuamente. Cada día estamos llamados a ir más allá de la imagen que instintivamente tenemos de la muerte como aniquilación total de una persona; a trascender lo evidente, los pensamientos sistemáticos y obvios, las opiniones comunes, a encomendarnos enteramente al Señor».

Francisco concluyó su homilía pidiendo al Señor que «derrame siempre sobre nosotros su Espíritu de sabiduría, de manera especial en este tiempo de prueba».