El Papa afirma que «si la riqueza no se comparte, la sociedad se divide»
EFE
El papa Francisco afirmó hoy que «si la riqueza no se comparte, la sociedad se divide» y criticó a las sociedades que han perdido los valores de la solidaridad y el bien común, y en las que hay personas que viven en situación de pobreza extrema.
«Cuando la sociedad ya no tiene como fundamento el principio de la solidaridad y el bien común, se produce el escándalo de ver a personas que viven en la pobreza extrema junto a rascacielos, hoteles imponentes y lujosos centros comerciales, símbolos de inmensa riqueza», lamentó el papa en una misa con motivo del inicio de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
«Hemos olvidado la sabiduría de la ley mosaica, según la cual, si la riqueza no se comparte, la sociedad se divide», añadió.
La misa se celebró en la Basílica de San Pablo Extramuros y durante su homilía el papa se refirió a los cristianos de Indonesia para asegurar que, «reflexionando sobre la elección del tema para esta Semana de Oración, decidieron inspirarse en estas palabras del Deuteronomio: ‘Persigue solo la justicia'».
«A ello les preocupa mucho que el crecimiento económico de su país, movido por la lógica de la competición, deje a muchos en la pobreza, permitiendo que solo unos pocos se enriquezcan enormemente», sostuvo.
«Está en riesgo la armonía de una sociedad, en la que conviven personas de diferentes grupos étnicos, idiomas y religiones, compartiendo un sentido de responsabilidad recíproca», apuntó.
Esta realidad, prosiguió, «no vale solo para Indonesia» sino que «se repite en el resto del mundo».
Consideró que «es fácil olvidarse de la igualdad fundamental que existe» entre las personas y «pensar que la gracia espiritual que se nos ha dado es una propiedad nuestra, algo que nos corresponde y nos pertenece».
«También es posible que los dones recibidos de Dios nos vuelvan ciegos para ver los dones dados a otros cristianos. Es un grave pecado empequeñecer o despreciar los dones que el Señor ha dado a otros hermanos, creyendo que no son de alguna manera privilegiados de Dios», subrayó.
«Si compartimos pensamientos similares, dejamos que la misma gracia recibida se convierta en una fuente de orgullo, injusticia y división», agregó.
Francisco defendió el valor de la justicia, que permite compartir los dones recibidos, y opinó que «un pueblo cristiano renovado y enriquecido por este intercambio de dones será un pueblo capaz de caminar con paso firme y confiado por el camino que conduce a la unidad».