El Padre José Allamano y la Consolata, por María García de Fleury
María García de Fleury
Este próximo 20 de octubre del 2024, Día Mundial de las Misiones, más conocido como Domund, será la canonización del Beato José Ayamano, quien nació en 1851 cerca de Turín, en Italia, en el mismo pueblo de San Juan Bosco.
El propio San Juan Bosco fue su director espiritual y su confesor durante su infancia y adolescencia en el Oratorio Salesiano de Valdoco.
Allí culminó parte de sus estudios secundarios y desde muy joven le atraían las misiones. Fue ordenado sacerdote con apenas 22 años y sus seis primeros años como sacerdote los pasó de formador en el seminario.
Su mayor deseo era ir a una parroquia. Seis años después, dado que el santuario de Nuestra Señora de la Consolata, la patrona de Turín, estaba casi abandonado, el arzobispo de Turín le pidió al padre José Ayamano que recuperara, material y espiritualmente, el santuario y para eso lo nombró rector.
El padre Ayamano, junto con su amigo el padre Santiago Camisasa, comenzó la recuperación y el embellecimiento del santuario. Al mismo tiempo se interesaba por los problemas de los obreros.
Se convirtió en un pionero de la prensa católica de Turín, diciendo que no había que tener miedo de aplicar ciertas innovaciones con respecto a la forma y a la técnica de hacer las cosas, de manera de hacer la prensa y mejor hecha. Ayamano cayó gravemente enfermo y le pidió a la Virgen de la Consolata que lo sanara.
Y así sucedió. Ya curado, en 1890, le escribió una carta al cardenal de Turín pidiéndole que le permitiera la fundación de un instituto misionero porque le preocupaba la gran cantidad de clero en la diócesis y cómo muchos de ellos querían ser misioneros y las grandes necesidades del clero en las misiones.
La autorización a este proyecto le llegó justamente el 29 de enero de 1901, un año después de su milagrosa curación. Y junto con el padre Santiago Camisasa procedieron a fundar la Orden de los Misioneros de la Consolata. Al año siguiente salieron los primeros cuatro misioneros, dos sacerdotes y dos hermanos.
El Papa Pio X lo animó a fundar la sección femenina y así surgieron las Misioneras de la Consolata. Los misioneros y misioneras de la Consolata tienen como lema, anunciarán mi gloria a las naciones, palabras tomadas del profeta Isaías en su capítulo 16.
Tienen como madre protectora a la Virgen de la Consolata. Su misión es evangelizar desde el contacto personal con las familias, es formar comunidades eclesiales adultas, llevar adelante un diálogo interreligioso por medio de un trabajo de justicia y paz en los pueblos o grupos no evangelizados, así como promover el espíritu misionero y las vocaciones misioneras de la iglesia.
El padre José Ayamán, el padre de la Iglesia, es el padre de la Iglesia, el padre de la Iglesia, el padre Ayamano, resume la espiritualidad de los misioneros y las misioneras de la Consolata en dos frases, primero santos y después misioneros, y la otra frase es, el bien no hace ruido y el ruido no hace bien.
El padre Ayamano gastó casi toda su vida concientizando su iglesia local de Turín sobre la necesidad de anunciar a Cristo en los pueblos que todavía no lo conocían, especialmente en África, y promovió sin reservas la misión a gentes en la iglesia.
Los frutos del trabajo del futuro santo José Ayamano están a la vista de todos, porque él supo la importancia de acercar a la gente a Dios, porque amigos con Dios siempre ganamos.
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