El mal estado del césped en la Copa América exaspera desde Godín hasta Messi
EFE
Seco y casi pelado por algunas partes, así es el césped que terminó por desquiciar a Lionel Messi en la Copa América, donde las críticas de los jugadores y técnicos al mal estado de las canchas se siguen sucediendo casi a diario.
«Todas las canchas donde jugamos son muy malas. Es muy difícil jugar así», espetó Messi el domingo al terminar el partido donde Argentina se clasificó para los cuartos de final al vencer por 0-2 a Catar en el estadio Arena do Gremio, de Porto Alegre, cuyo verde se volvía marrón amarillento, especialmente por las bandas.
Messi, poco prodigado a alzar la voz públicamente, lanzó ese duro dardo hacia la organización del torneo después de sufrir en carne propia las dificultades añadidas que conlleva competir en las condiciones irregulares de la cancha cuando Argentina se jugaba el pase a los cuartos de final ante Catar.
La prueba de ello quedó plasmada en la mejor oportunidad que tuvo Messi para anotar, un balón servido en bandeja en el corazón del área para que el astro argentino fusilase a placer, pero al momento de golpear el balón se le fue al segundo anfiteatro, un resultado atípico en sus pies que él mismo explicó al terminar el partido.
«Me pica el balón antes en la cancha. Siempre necesitas pararla (la pelota)», comentó Messi para justificar lo difícil que es jugar y patear al primer toque el balón en esas condiciones.
Las críticas de Argentina al estado de las canchas brasileñas vienen desde su primer partido en el torneo, perdido contra Colombia en el Arena Fonte Nova, de Salvador, lo que fue tildado como un excusa para justificar la derrota.
Por eso su seleccionador, Lionel Scaloni, salió el domingo nuevamente a cargar contra el pasto al aprovechar el triunfo frente a Catar (0-2).
«Recalco el tema de la cancha. No me quiero olvidar. Me criticaron por decirlo como excusa, pero no se puede jugar en esta cancha», reiteró Scaloni.
Minutos antes en la misma sala el técnico español Félix Sánchez, seleccionador de Catar que pasó diez años en La Masia, la sede de la cantera del Barcelona, calificó la cacha de «especialmente mala».
El encuentro entre Catar y Argentina era el tercero de Copa América que acogía el Arena do Gremio en apenas ocho días, un estrés de partidos cuyo desgaste es visible a los ojos desde la última fila de este estadio para 55.000 espectadores, al que todavía le faltan por albergar un partido de cuartos de final y otro de semifinales.
Tres días antes del partido de la Albiceleste, por allí había pasado la selección de Uruguay, que empató a dos goles con Japón pero cuyos jugadores, entre ellos su goleador Luis Suárez y su capitán Diego Godín incidieron en el mismo aspecto.
«Nosotros no somos un equipo de tiki-taka y de jugar por abajo, por lo que obviamente no es una excusa, pero los estadios y las canchas no están en un buen estado», señaló Suárez.
Godín tuvo palabras similares para indicar que «la cancha estaba difícil de jugar por abajo», lo que también explica que para ese partido Uruguay basara su juego en pases largos con destino a Suárez y Edinson Cavani.
Precisamente el delantero del París Saint-Germain restó importancia dos días más tarde a ese punto y recordó que «cuando la cancha está fea, lo está para los dos».
«No estamos jugando en potreros sino en los estadios de grandes equipos, en los que se disputa uno de los principales campeonatos del mundo», concluyó Cavani.
La voz del delantero uruguayo es la más condescendiente con este nuevo frente de críticas para la Copa América 2019, pues el seleccionador de Colombia, el portugués Carlos Queiroz, también se quejó aunque de manera más sutil y resignada.
«Hay tanto tiempo para preparar una buena Copa América… ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Llorar? Los directivos tienen que pensar que el fútbol está dentro del campo y no afuera», señaló Queiroz.
El Arena do Gremio no es la única cancha afectada por el calor, la humedad y la concentración de partidos en un torneo tan corto como la Copa América.
En el resto de sedes tampoco se están realizando los rutinarios entrenamientos en la víspera, como suele ser habitual en los grandes torneos, todo ello para evitar maltratar al máximo el terreno de juego de unos estadios que en su mayoría acogieron el Mundial de 2014.