El Franciscano San 16.670 - 800Noticias
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Religión

María García de Fleury

Frases como esta, que hoy resuenan con especial fuerza, se vive una sola vez, es necesario ser santo. Es una de las frases que repetía Maximiliano Colbe, a quien también conocemos como San 16670.

Maximiliano nació en Polonia en 1894 y desde joven quiso imitar la vida de San Francisco de Asís. Durante sus estudios de filosofía y teología en la Universidad Gregoriana de Roma, creó en 1917 por sugerencia del rector Esteban Ugundi la congregación llamada la Milicia de la Inmaculada, junto con otros de sus compañeros.

Se ordenó como sacerdote franciscano en 1918 y regresó a Polonia. Se dedicó al periodismo católico. Fundó la revista El Caballero de la Inmaculada Concepción, que alcanzó un tiraje de más de 60.000 ejemplares. Era la publicación más grande de toda Polonia y trataba de temas cristianos y noticias en general.

Fundó la Ciudad de la Inmaculada, 30 kilómetros de Varsovia y años más tarde, en 1930, extendió su apostolado al Japón, donde fundó en Nagasaki una ciudad llamada la Ciudad o Jardín de la Inmaculada, donde editaba una revista mariana en japonés.

Regresó a Polonia y fundó una emisoria de radio, la Radio 3 Niepo-Kalanao. Al poco tiempo estalló la Segunda Guerra Mundial y Polonia fue ocupada por los nazis. El padre Kolbe fue arrestado por las ESTAPO, que era la policía secreta de los nazis, en febrero de 1941 en Varsovia.

Luego, el 28 de mayo, en compañía de 320 prisioneros, fue trasladado al campo de concentración de Auschwitz, donde recibió el número 16.670. El padre Kolbe entró en Auschwitz como si fuera una misión de fe y le dijo a sus compañeros, es necesario tener compasión y rezar por los nazis.

En julio de ese año, 1941, se produjo una fuga y tres presos lograron escapar. El oficial nazi, indignado, ordenó que eligieran al azar a 10 reclusos y fueran condenados a muerte. Uno de los seleccionados, el judío sargento Kajowenicki, empezó a llorar y a gritar, tengo esposa, tengo hijos.

Fue entonces cuando Kolbe se ofreció a morir en lugar de él. Y los nazis aceptaron. Cuando un oficial nazi le preguntó por qué lo hacía, Kolbe le contestó, porque soy sacerdote católico. Estaba poniendo así en prensa. Lo que siempre había dicho, se vive una sola vez, es necesario ser santo.

Dejaba así claro que cualquier ser humano es nuestro hermano, que el amor de Cristo no distingue a las personas, no es exclusivo. El amor de Cristo es inclusivo. Desde su celda de castigo junto a los otros nueve, el padre Kolbe cantaba canciones a la virgen y rezaba. Después de dos semanas de deshidratación y hambre, el padre Kolbe y otros tres compañeros seguían con vida.

El 14 de agosto, de 1941, los nazis les aplicaron una inyección letal e incineraron sus cuerpos. Kolbe tenía 47 años. Este sacerdote franciscano, periodista, mensajero de la buena nueva de Dios a través de la Inmaculada Concepción, propagador del rezo diario del Santo Rosario, es el patrón de las familias en dificultad, de los que luchan por la vida. Hoy su celda está convertida en un lugar de peregrinación.

Se les reconoce y se le hace homenaje a la valentía. El coraje, el sacrificio a favor de combatir la violencia. San 16670 es reconocido por los judíos y por los católicos.

Fue canonizado por su compatriota, el papa polaco Juan Pablo II, en 1982 como ejemplo de fe y de entrega a los demás por amor a Cristo. ¿Por qué? Porque con Dios siempre ganamos.

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