El estrés puede ser bueno para el funcionamiento del cerebro - 800Noticias
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Una nueva investigación del Instituto de Desarrollo Juvenil de la Universidad de Georgia (Atlanta, Estados Unidos) ha revelado que unos niveles de estrés de bajos a moderados pueden ayudar a las personas a desarrollar su capacidad de recuperación y reducir el riesgo de desarrollar trastornos mentales, como la depresión y los comportamientos antisociales.

En este sentido, el estudio, publicado en ‘Psychiatry Research’, concluye que el estrés de bajo a moderado también puede ayudar a los individuos a enfrentarse a futuros encuentros estresantes.

«Si te encuentras en un entorno en el que tienes un cierto nivel de estrés, puedes desarrollar mecanismos de afrontamiento que te permitan ser un trabajador más eficiente y eficaz y organizarte de forma que te ayude a rendir», afirma Assaf Oshri, autor principal del estudio y profesor asociado de la Facultad de Ciencias de la Familia y del Consumidor.

El estrés que supone estudiar para un examen, prepararse para una reunión importante en el trabajo o trabajar más horas para cerrar un trato puede conducir a un crecimiento personal. Ser rechazado por una editorial, por ejemplo, puede llevar a un escritor a replantearse su estilo. Y ser despedido puede llevar a alguien a reconsiderar sus puntos fuertes y a decidir si debe permanecer en su campo o diversificarse en algo nuevo.

Pero la línea que separa el estrés adecuado del excesivo es muy fina. «Es como cuando haces algo duro y se te pone un poco de callo en la piel», continúa Oshri. «Provocas que tu piel se adapte a esa presión que le estás aplicando. Pero si haces demasiado, te vas a cortar la piel», expresa, para añadir que «un buen estrés puede actuar como vacuna contra el efecto de futuras adversidades».

Los investigadores se basaron en los datos del ‘Human Connectome Project’, un proyecto nacional financiado por los Institutos Nacionales de la Salud cuyo objetivo es proporcionar información sobre el funcionamiento del cerebro humano.

Para el presente estudio, los investigadores analizaron los datos del proyecto de más de 1.200 adultos jóvenes que informaron de sus niveles de estrés percibidos mediante un cuestionario utilizado habitualmente en la investigación para medir el grado de incontrolabilidad y estrés que la gente encuentra en sus vidas.

Los participantes respondieron a preguntas sobre la frecuencia con la que experimentaban determinados pensamientos o sentimientos, como ‘En el último mes, ¿con qué frecuencia se ha sentido molesto por algo que ha sucedido de forma inesperada?’ y ‘En el último mes, ¿con qué frecuencia ha visto que no podía hacer frente a todas las cosas que tenía que hacer?’.

A continuación, se evaluaron sus capacidades neurocognitivas mediante pruebas que medían la atención y la capacidad de suprimir las respuestas automáticas a los estímulos visuales; la flexibilidad cognitiva, o capacidad de cambiar de tarea; la memoria de secuencias de imágenes, que consiste en recordar una serie de objetos cada vez más larga; la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento.

Los investigadores compararon estos resultados con las respuestas de los participantes a múltiples medidas de sentimientos de ansiedad, problemas de atención y agresividad, entre otros problemas conductuales y emocionales.

El análisis descubrió que los niveles de estrés, de bajos a moderados, eran beneficiosos desde el punto de vista psicológico, actuando potencialmente como una especie de inoculación contra el desarrollo de síntomas de salud mental.

«La mayoría de nosotros tenemos algunas experiencias adversas que en realidad nos hacen más fuertes», afirma Oshri. «Hay experiencias específicas que pueden ayudarte a evolucionar o a desarrollar habilidades que te preparen para el futuro», agrega.

LA CAPACIDAD DE TOLERAR EL ESTRÉS VARÍA MUCHO SEGÚN EL INDIVIDUO

Pero la capacidad de tolerar el estrés y la adversidad varía mucho según el individuo. Aspectos como la edad, las predisposiciones genéticas y el hecho de tener una comunidad de apoyo a la que recurrir en momentos de necesidad influyen en la forma en que las personas manejan los desafíos.

Aunque un poco de estrés puede ser bueno para la cognición, Oshri advierte que los niveles continuados de estrés elevado pueden ser «increíblemente perjudiciales», tanto física como mentalmente.

«Llegado un punto, el estrés se vuelve tóxico», afirma. «El estrés crónico, como el que se deriva de vivir en la más absoluta pobreza o ser víctima de abusos, puede tener muy malas consecuencias sanitarias y psicológicas. Afecta a todo, desde el sistema inmunitario hasta la regulación emocional y el funcionamiento del cerebro», insiste para concluir que «no todo el estrés es bueno».

Con información Infosalus.

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