El camino de la ayuda humanitaria para Venezuela pasará por «Tienditas»
EFE
Tienditas, un moderno puente sin estrenar en la frontera de Colombia con Venezuela parece ser el camino por el que pasará la ayuda humanitaria anunciada por el jefe del Parlamento y presidente interino de ese país, Juan Guaidó, una operación sobre la cual hay más incógnitas que certezas.
Desde que el pasado sábado Guaidó informó de una «coalición mundial por la ayuda humanitaria» para Venezuela y que uno de los centros de acopio estará en la ciudad fronteriza de Cúcuta, miles de ciudadanos del país petrolero esperan información de las autoridades colombianas con la esperanza de ser de los primeros en recibir alimentos y medicinas.
La llegada este martes de un camión de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (UNGRD), responsable del manejo de la ayuda por parte del Gobierno, y de policías colombianos al puente de Tienditas, que une a Cúcuta con la ciudad venezolana de Ureña, en el estado Táchira, hizo que un grupo de venezolanos y numerosos periodistas se apostaran en la zona.
«La verdad es que los camiones ni siquiera van a pasar por el puente Simón Bolívar, sino que pasan por Ureña o por el puente Tienditas y la idea es que esas ayudas humanitarias lleguen hasta territorio venezolano y las puedan repartir allá», dijo a Efe Pepe Ruiz Paredes, alcalde de Villa del Rosario, municipio vecino a Cúcuta, en la línea de frontera.
El puente de Tienditas, una de las promesas de la integración entre los dos países y el tercero entre Cúcuta y ciudades venezolanas, fue concluido a principios de 2016, apenas meses después de que el Gobierno de Nicolás Maduro ordenara el cierre de la frontera común, por lo cual la estructura no ha sido inaugurada.
Los otros dos son el Simón Bolívar, entre Cúcuta y San Antonio del Táchira, y el Francisco de Paula Santander, que comunica a esta ciudad con la venezolana Ureña, ambos cerrados a vehículos desde 2015 por el gobierno venezolano.
En la mente de los venezolanos situados hoy en el puente de Tienditas debieron retumbar las palabras de Maduro al rechazar la ayuda humanitaria porque no la considera necesaria, cuando vieron que del lado venezolano fueron atravesados un camión cisterna y un contenedor con el aparente fin de impedir el paso.
Vista la situación, la tarea de llevar alimentos y medicinas a Venezuela no será nada fácil, un asunto tratado en la reunión que mantuvieron hoy en Washington el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, y el canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo.
El objetivo del encuentro, explicó a la prensa Trujillo, fue «trazar un camino de acción conjunta hacia adelante en lo que tiene que ver con Venezuela», así como «evaluar» los resultados de la reunión del lunes del Grupo de Lima en Ottawa y debatir sobre cómo hacer llegar la ayuda humanitaria al país caribeño.
«Aquí lo fundamental es que esas puertas que han estado cerradas durante la dictadura han sido abiertas por el nuevo presidente Juan Guaidó. Colombia lo que está haciendo es cooperando para efecto de que esa ayuda humanitaria llegue al pueblo venezolano, que es lo que el pueblo necesita», afirmó Trujillo.
La UNGRD dijo el lunes que «oportunamente, los Gobiernos involucrados y las entidades a cargo de esta asistencia informarán sobre las siguientes etapas del proceso», una espera que no hace más que aumentar la incertidumbre de quienes sueñan con la imagen de camiones entrando a Venezuela con víveres y medicinas.
«En el momento que ya se diga la entrada de la ayuda humanitaria es el pueblo venezolano el que va a custodiar, va a acompañar y va a hacer que la distribución de esa ayuda humanitaria llegue efectiva a su lugar», manifestó a Efe Luis Carrero, un profesor de 47 años que cruza la frontera semanalmente para comprar medicamentos para su madre que sufre de cáncer.
Mientras tanto, centenares de venezolanos desarraigados calman sus penurias en un comedor que la Diócesis de Cúcuta mantiene abierto desde hace meses para alimentar a todo el que puede y que por momentos parece desbordarse de necesitados.
Este refugio es la «Casa de Paso de la Divina Providencia» en el que voluntarios de la Iglesia católica y de la Cruz Roja Colombiana atienden a los que llegan en busca de comida, muchos de ellos niños con la camiseta vinotinto de la selección venezolana de fútbol.
En su misión, la diócesis cuenta con el apoyo del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), del Programa Mundial de Alimentos de la ONU y de la Ayuda Humanitaria Alemana porque para la solidaridad no hay fronteras.