El Buen Pastor y el Día de la Madre, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
El segundo domingo de mayo es el Día de la Madre en muchas partes del mundo y coincide con el Día del Buen Pastor, dos grandes motivos para hacer fiesta.
Jesús se llama así mismo, El Buen Pastor, y como buen pastor reúne al rebaño, lo lleva a pasar, a beber, cura a los enfermos, a los heridos, procura que se reproduzcan para renovar, busca al perdido, los protege del lobo que lo acecha y conoce a cada uno por su nombre. En definitiva, entrega todos sus esfuerzos al cuidado de su rebaño y así lo hace El Señor con nosotros, pero dando un paso más radical aún, ha dado su vida para salvar este rebaño.
Todo lo que procura Jesús como buen pastor es unirnos, que nos queramos, que nos pongamos al servicio del otro, que nos tratemos bien y que vivamos la fe en comunidad, mientras que por el contrario, el lobo, el demonio, solo quiere desperdigarnos, apartarnos del pastor para devorarnos y dejarnos sin sustento, con el fin de dejarnos muertos de hambre y sed lejos del único que puede salvarnos. Este domingo del Buen Pastor también celebramos el Día de la Madre. Hay madres biológicas y madres espirituales. Las madres espirituales son esas que ayudan en el crecimiento con sus enseñanzas, su cuidado, su amor, como por ejemplo las religiosas, las monjas, las maestras, las catequistas y esas personas que se entregan al cuidado de los otros. La mamá biológica es esa persona que permitió que nos desarrollar amo sí viviéramos dentro de su vientre durante 9 meses, a ella le debemos el cuidado de cada uno de nosotros durante los primeros meses y años de nuestra vida, aunque esté no sea el caso de todas, porque ser mamá es ser capaz de hacer cualquier cosa por esa persona al que se le ha dado la vida. Ese hijo, esa hija en el que hay millones de ilusiones.
Ser madre significa cambiar tu vida, tu tiempo y tu forma de pensar por tus hijos, significa dar todo tu corazón y entregar tus fuerzas cada día para sacar a tus hijos adelante y enseñarles a vivir, significa tener una razón de ser para el resto de tu vida, es aprovechar y exprimir cada momento al máximo, tener sentimientos encontrados al ver como tus hijos crecen sintiendo dicha y nostalgia cuando avanzan dando pasos de gigante por la vida, también es verlos caer y ayudarlos a pararse más fuerte. Si hay un amor que podamos llamar verdadero es el amor de una madre, un amor que sube, es eterno e infinito. Ser mamá implica seguir los pasos de unos pequeños maestros que son los hijos hasta que se hacen grandes. Con solo existir y sin saberlo los hijos le enseñan a amar a la madre de una manera incondicional y nunca paran de aprender.
Una mamá nunca está sola en el pensamiento, siempre piensa doble, por sus hijos y por ella. Una madre es la que está allí siempre, sonríe y también llora porque una madre no puede vivir por sus hijos pero si procura compartir lo máximo con ellos y busca que sus hijos desarrollen alas grandes y ligeras para volar muy alto en la vida. Las madres son las personas más fuertes del mundo, su debilidad, es su punto fuerte y esté siempre será el amor, el amor hacia los que cada día encienden su corazón y sus ganas de vivir.
Hoy día de la madre acuérdate de darle un beso, un abrazo, una llamada a quién llamas madre y de rezarle a nuestra mamá que está en el cielo, La Virgen, que es también la madre de Dios. Sin duda ser madre es ser como el Buen Pastor, que da la vida por sus hijos para que aprendan a saber y a vivir que su mayor triunfo es vivir de acuerdo a las leyes de Dios, porque con Dios siempre ganamos.