El Barcelona Open, un modelo de negocio que se reinventa
EFE
Propiedad de un club con 2.800 y 125 años de historia. Hospitalidad. Trato personalizado. Tradición con modernidad. Y ADN propio. Estos son sus valores. Y si no les gustan, no tienen otros.
Por eso el Barcelona Open Banc Sabadell-Trofeo Conde de Godó sigue siendo un modelo que se estudia en las escuelas de negocios. Un evento deportivo y social de éxito. Incluso en tiempos de pandemia.
Tras una edición de 2020 que no pudo disputarse a causa de la crisis sanitaria, el Godó regresó el año pasado con un presupuesto un 45% inferior al de 2019 y una asistencia reducida al 10% de su aforo. Incluso en esas condiciones, el torneo acabó reportando beneficios al Real Club de Tenis Barcelona-1899.
«Aprendimos a gestionar un torneo en una economía de guerra. A dar prioridad a la eficiencia en el gasto. Pero pudimos ofrecer una experiencia ‘premium'», recuerda orgulloso Xavier Pujol, CEO del Barcelona Open Banc Sabadell, en una entrevista concedida a EFE.
Un año después, el Godó deja atrás la pandemia «con la inversión más importante de toda su historia», destaca Pujol: 2 millones de euros dedicados a mejorar infraestructuras, digitalizar el evento y explotar el ‘village’ y el ‘fan boulevard’ al máximo.
En 2021, tuvo que reducir a la mitad los premios en metálico. En este 2022, el ‘prize money’ se ha incrementado hasta los 2,66 millones de euros (2,90 millones de dólares). Solo hay un Open 500 que reparta más dinero en premios, el de Beijin, con 3,57 millones de dólares.
Además, su política selectiva de fijos garantizados para los tenistas que se encuentren en el ‘top-ten’ del ránking ATP lo convierte en uno de los torneos de su categoría mejor retribuidos.
«Pero los jugadores no vienen solo por eso. Vienen porque se respira ambiente de tenis, por el trato personalizado, por nuestro ADN diferente y por otras cosas que no tienen que ver con el dinero. Y entre esas cosas, una muy importante es Barcelona», subraya Pujol.
En este 2022, el Barcelona Open se había marcado el ambicioso objetivo de acercarse a la facturación de antes de la pandemia (unos 13 millones de euros). A falta de cerrar definitivamente el balance del torneo, estima que habrá ingresado cerca de 12 millones.
En cualquier caso, puede presumir de haber batido en esta edición el récord de ingresos en concepto de ‘ticketing’: 2,4 millones de euros. En los últimos años de normalidad, la cifra rondaba los 1,9 millones.
Para lograrlo, ha apostado por segmentar aún más la experiencia del público en el RCT Barcelona con nuevas propuestas. Una de ellas, la creación de la fila 0 en la pista Rafa Nadal. Una fila a pie de la pista central al estilo NBA y que ha sido todo un éxito.
Sin embargo, la lluvia que obligó a cancelar la jornada de octavos de final y la de semifinales propició que la organización decidiera devolver al público el precio de las entradas del jueves y el sábado. Un contratiempo inesperado que, en parte, cubrirá una compañía de seguros y que influirá sensiblemente en la cuenta de resultados.
La inversión en la zona VIP y de hospitalidad, que ha ampliado el servicio de restauración y el espacio para las empresas que patrocinan el evento, también ha sido un éxito para un torneo que pretende seguir ganando en notoriedad social.
Por el ‘village’ han pasado este año entre 750 y 800 personas al día, cuando la asistencia media diaria en ediciones precedentes era de unas 300 personas. También se ha batido el récord de usuarios (unos 38.000) de la app del torneo.
Aumentar aún más la actividad social del ‘village’ y el ‘fan boulevard’ programando jornadas nocturnas de tenis e incrementando los eventos musicales y la oferta de actividades recreativas es otro objetivo que el Godó se ha marcado para 2023, cuando celebrará su 70º aniversario.
Y es que unos 80.000 aficionados (la estimación de 90.000 para este año no se alcanzó por culpa del mal tiempo) han asistido a un torneo que ha dejado un impacto económico de 60 millones de euros en la capital catalana. Un público numeroso y entendido de tenis al que aún se le puede dar mucho más.
«Para mantener nuestra posición de liderazgo en nuestra categoría, necesitamos aumentar los patrocinadores entre 2 y 3 millones de euros en los próximos años», alerta Xavier Pujol, consciente de que la ATP quiere que haya más Open 500 en el calendario y que, el año que viene, en la semana del Godó, el torneo barcelonés seguramente ya tendrán competencia.
Aproximadamente el 44% del presupuesto del Barcelona Open procede de los contratos de patrocinio. Banc Sabadell aporta el 13% como patrocinador principal desde 2008, mientras que el resto de ‘sponsors’ (Estrella Damm, La Vanguardia, Cepsa, Emirates Airlines, Mapfre, Rolex, Dunlop, Isdin, Font Vella, Cavas Vilarnau, Lacoste, Cupra y Orange) aportan el 31%.
Todos, sin excepción, estuvieron también en la complicada edición del año pasado. La fidelidad de los patrocinadores es, sin duda, una de las claves de la enorme solvencia del torneo.
Respecto al resto de partidas, el 27% de los ingresos provienen de los derechos de televisión, el 19% de la venta de entradas y el 10% restante de las subvenciones públicas del Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya.
El año pasado, Tennium relevó al gigante IMG, que llevaba 30 años al frente de la gestión del torneo. El cambio ha permitido al Godó lograr una mayor rentabilidad variando el tipo de contrato: de uno de comisión (un porcentaje de cada euro facturado iba a IMG) a otro de riesgo (con un fijo mínimo y un variable en función de objetivos).
Pero Xavier Pujol sabe que ser el único torneo del circuito que se disputa en un club y que está organizado por el propio club tiene también sus peajes: «Debemos seguir optimizando la eficiencia del espacio, que es el único impedimento que tenemos para seguir creciendo».
En cualquier caso, el CEO del Barcelona Open descarta convertir el Godó en un Master 1.000 y celebrarlo en otras instalaciones. «Sería un error estratégico. No son nuestros valores. No es nuestro segmento. Nosotros ofrecemos una experiencia personalizada muy vinculada a la tradición del tenis. Un Master 1.000 es otra cosa», sentencia.