El Ángel de la Paz visita a los tres Pastorcitos de Fátima, por María García de Fleury
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Iniciando la primera guerra mundial, en Portugal se creó un ambiente muy contrario a la guerra y los católicos mediante una cruzada que hicieron del rosario, volvieron sus ojos a la virgen inmaculada pidiéndole que lo salvara.
En 1916 tres niños de una pobre y perdida aldea que se llamaban Lucía, Francisco y Jacinta, tuvieron tres apariciones por parte del ángel de la paz quien los preparó para la aparición que iban a tener de la virgen, manifestándoles el deseo de Jesucristo de salvar al mundo mediante la devoción a su inmaculado corazón.
Lucía tenía nueve años y aquel día conducía su rebaño a pastar con el de sus primos, Jacinta de seis años y Francisco de ocho años, despúes de almorzar los pastorcitos rezaron el rosario abreviándolo de una manera muy ingeniosa para poder ir a jugar así decían diez veces, «Dios te salve María, santa María, Dios te salve María, Santa María, Gloria Dios te salve», y mientras jugaban sopló de repente un viento fuerte y los niños vieron a un joven que tendría unos catorce o quince años más blanco que la nieve y transparente como el cristal atravesado por los rayos del sol, era de gran belleza y les dijo «no teman soy el ángel de la paz» y arrodillándose en la tierra bajó la frente hasta el suelo diciendo «recen conmigo tres veces, Dios mío, yo creo y espero en ti, te adoro y te amo, te pido perdón por los que no creen, no te adora esperan en ti ni te aman».
Cuando el ángel se incorporó les dijo oren así pues los corazones de Jesús y de María están atentos a la voz de sus súplicas. Luego desapareció.
La segunda aparición ocurrió aquel verano de 1916, mientras los pastorcitos jugaban en el terreno de la casa de los papás de Lucía junto a un pozo. El ángel les preguntó «¿Qué hacen? recen, recen mucho los corazones de Jesús y María tienen sobre ustedes designios de misericordia ofrezcan constantemente al altísimo oraciones y sacrificios de reparación por todos los pecados con que él es ofendido y oraciones de súplica por la conversión de los pecadores. Atraigan así la paz sobre su patria, soy su ángel de la guarda, soy el ángel de Portugal, sobre todo, acepten y soporte el sufrimiento que nuestro señor les envíe».
En la tercera aparición del ángel, a principios del otoño del mismo año, 1916, después de almorzar mientras repetían la oración del ángel, «Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo», vieron una luz brillar, y al ángel con un cáliz en su mano izquierda y una hostia suspendida de la cual caían algunas gotas de sangre dentro del cáliz, dejando el cáliz y la hostia suspendidos en el aire, el ángel se postró en tierra y repitió tres veces la siguiente oración «Santísima trinidad, padre hijo y espíritu santo te ofrezco el preciosísimo cuerpo sangre, alma y divinidad de Jesucristo presente en todos los sagrarios de la tierra en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que él es ofendido y por los méritos infinitos de su santísimo corazón y del corazón inmaculado de María te pido la conversión de los pobres pecadores». Se levantó le dio la hostia a Lucía y lo que contenía el cáliz se lo dio de beber a Francisco y a Jacinta diciendo «tomen y beban cuerpo y la sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos, reparen sus crímenes y consuelen a Dios». De nuevo se postró en tierra y repitió tres veces la misma oración «Santísima Trinidad, padre, hijo y espíritu santo».Y desapareció.
Las palabras del ángel causó una impresión profunda en los tres niños que a partir de entonces comenzaron a hacer más sacrificios, a orar con más atención y a orar para consolar a Dios porque comenzaron a reconocer conscientemente que con Dios siempre ganamos.