El ángel de la guarda, por María García de Fleury - 800Noticias
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Según la tradición cristiana, cada uno de nosotros tiene un ángel de la guarda que lo acompaña desde el momento de su nacimiento hasta el momento de la muerte, permaneciendo junto a nosotros en cada momento de la vida.

En el Antiguo Testamento leemos que Dios está rodeado por una verdadera corte de figuras celestiales que lo adoran y actúan en su nombre. En el antiguo testamento también hay frecuentes referencias a los ángeles enviados por Dios como protectores de la gente y de los individuos, así como mensajeros.

En el evangelio Jesús invita a respetar incluso a lo más pequeños y humildes, en referencia a sus ángeles, que velan por ellos desde el cielo y contemplan el rostro de Dios en cada momento. Durante el Concilio de Trento, 1545 a 1563, se declaró que cada ser humano tiene su propio ángel.

A partir del siglo 17, la difusión de la devoción popular aumentó y el papá Pablo V insertó la fiesta de los ángeles de la guarda en el calendario. Incluso en las representaciones sagradas y especialmente en las imágenes de devoción popular, los ángeles de la guarda comenzaron a aparecer generalmente representados en el acto de proteger a los niños del mal, de hecho, especialmente cuando somos niños se anima a que hablemos con nuestro ángel de la guarda y a dirigir nuestras oraciones, como por ejemplo, a rezar diciendo: «Ángel de mi guarda, dulce compañía no me dejes solo ni de noche ni de día, que me perdería».

Nuestro ángel de la guarda siempre ha existido, desde el instante en que Dios creó a todos los Ángeles, fue un episodio único, un solo instante en que la voluntad divina generó todos los ángeles, miles de ellos y después de eso Dios ya no creo otros ángeles. Cristo dijo un día: «Cuídate de no despreciar a uno de estos pequeños, porque les digo que sus ángeles en el cielo continuamente ven el rostro de mi padre que esta en los cielos»

Todos tenemos uno, no puedo dejarlo, no podemos compartirlo con nadie, incluso con respecto a esto las escrituras están llenas de de referencias. Nuestro ángel no puede obligarnos a seguir el camino del bien, él no puede decidir por nosotros, tampoco puede imponernos opciones, somos y permanecemos libres, pero su papel es precioso y muy importante, es un consejero silencioso, de confianza, que permanece a nuestro lado tratando de aconsejarnos lo mejor, sugiriendo el camino correcto a seguir para obtener la salvación, para merecer el paraíso, sobretodo para ser buenas personas y buenos cristianos.

En esta vida sabemos que podemos juntar con nuestro ángel de la guarda, con ese amigo invisible y especial que nunca nos deja solos, aunque es agradable pensar que cuando alguien que amamos muere se convierte en un ángel y como tal vuelve para quedarse a nuestro lado, eso no es así; nuestro ángel es un guerrero, un luchador fuerte y valiente que está nuestro lado en cada batalla de la vida y está listo para protegernos cuando somos demasiado frágiles para hacerlo solos.

El trabajo de nuestro ángel de la guarda consiste en hacernos comprender la palabra de Dios y conducirnos en la dirección correcta para llevarnos a Dios, porque sabe que con Dios ¡siempre ganamos!