Edith Stein y el concepto de la mujer
María García de Fleury
Edith Stein nació en 1891 en Prusia, en una familia judía. En su adolescencia se distanció de toda creencia religiosa. Estudió filosofía y trabajó junto al gran filósofo alemán Edmund Hussler.
En su vida destaca la defensa de la mujer. A Edith Stein le preocupaba mucho la situación de las mujeres de su tiempo, porque consideraban que ellas debían ser personas sumisas, sin proyección social, con una función puramente biológica y en ocasiones romántica.
Edith Stein, profesora muy destacada y al mismo tiempo filósofa, psicóloga y teóloga, tenía una alta opinión del lugar de la mujer en la sociedad y en el mundo.
Se preocupó particularmente por el trabajo de información y educación necesarios para poder conseguir que las mujeres tuvieran derecho al voto. A través de los estudios y del testimonio de vida de varias personas, fue dejando el ateísmo, fue madurando intelectual y espiritualmente, lo que la llevó al catolicismo, al cual se convirtió en 1921.
Ya convertida al catolicismo, sintió la necesidad de construir una reflexión filosófica, teológica, concreta sobre la especificidad femenina y el papel de la mujer.
Consideraba que la mujer debía estar abierta al mundo profesional, pues estaba segura que tanto la mujer como el varón tienen la misma dignidad, los mismos derechos y las mismas obligaciones. Esto lo fundamentaba en el relato bíblico del Génesis.
Dios creó a la mujer como la compañera del varón y ambos deben hacerse una sola carne. Los dos sexos son complementarios. Ninguno de los dos es autosuficiente porque ambos se necesitan para existir como personas inteligentes y libres.
Decía que sin tener que renunciar a su feminidad, la mujer le da realismo y emoción a todas las profesiones y en todas las circunstancias importantes de la vida. Desarrolló lo que ella denominó una teología de la mujer. Su legado a este respecto muestra una visión de la feminidad profunda y vibrante.
Animaba a reconstruir el tejido social a partir del papel de la mujer para ponerle freno al nazismo, partiendo de la Virgen María como arquetipo. Los cuatro pilares de la feminidad, según Edith Stein, encuentran su esencia en la mayor de las virtudes, el amor.
El amor sin duda es por encima de todas las cosas. El primer pilar de la feminidad es la receptividad, de dar y recibir amor. El segundo, la generosidad con su capacidad de salir de sí mismo para ayudar a los otros. El tercero, la dignidad que debe reconocer en cualquier estado de vida que la mujer elija, como esposa madre, como soltera en el mundo o como soltera consagrada en la vida religiosa.
El cuarto pilar es la maternidad, porque la constitución física de la mujer es para dar vida y nutrir a los demás. Decía que el amor femenino es un impulso natural que es capaz no solo de traer niños al mundo, sino también de hacer posible los sueños y ayudar al crecimiento de los demás.
Buscando una entrega cada vez mayor a Dios, el 14 de octubre de 1933, Edith Stein entró en el monasterio de las Carmelitas y adoptó el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz.
El 9 de agosto de 1942, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.
Esa Edith Stein, quien reconoció el valor irreemplazable de la mujer por su manera particular de llevar el amor de Dios al mundo, porque ella supo que con Dios siempre ganamos.
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