Dos José: Dos hombres con autoridad, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
José, el hijo menor de Jacob y Raquel fue vendido como esclavo por sus hermanos, ¿la razón? envidia, celos; al paso del tiempo lo creían muerto pero la verdad es que estaba en Egipto donde lo volvieron a vender, lo pusieron preso, por él siempre se mantenía de la mano de Dios invocando su ayuda y cuando el faraón tuvo un sueño de siete vacas gordas y 7 vacas flacas, José supo interpretárselo y explicarlo y eso le mereció pasar a ser el visir de Egipto, gobernando a toda esa gran región y rindiendole cuentas solamente al faraón.
Mientras tanto, ante el gran dolor de pensar que su hijo estaba muerto Raquel le suplicaba a Dios «¡dame otro hijo!», y así nació Benjamín pero ella murió de parto y fue enterrada donde estaba, en Belén. Cuando llegó el tiempo de las vacas flacas y las grandes sequías y penurias, los hermanos de José fueron a Egipto en busca de ayuda y para su sorpresa encontraron a José, que era el que gobernaba, ese José, su hermano, a quien habían vendido.
José fu misericordioso con sus hermanos, respondió al mal con el bien y por llevar a su familia a Egipto, los salvo del hambre y la muerte. Por otra parte, San Mateo en su evangelio recurre constantemente al antiguo Testamento y muestra una serie de similitudes entre José de Egipto y José de Nazaret.
San Mateo en su evangelio insiste en el origen Jesús, no solamente como el Hijo de David, si no como el hijo de José de Nazaret. Lo que ahora llaman las josefologia, es decir, el estudio de San José, se ha convertido en una gran riqueza para la cristología, es decir, para el conocimiento del padre en la tierra de Jesús como icono visible, como la verdadera imagen del padre celestial, le añade comprensión al misterio de Jesús.
Precisamente en Belén, dónde está enterrada la madre de José de Egipto, muchos años después nació José de Nazareth, el hombre que en el tiempo estaba comprometido para casarse con la Virgen María. Tanto José de Egipto como José de Nazaret, se mantuvieron célibes para seguir los planes de Dios, fueron reconocidos como hombres justos, ambos tuvieron sueños para reconocer e interpretar las claves de la historia.
Los sueños de José, hijo de Jacob, lo pusieron al frente de Egipto y salvó a su pueblo, los sueños de José, el padre de Jesús, fueron apariciones divinas que lo hicieron recibir a María como su esposa y luego ir a Egipto salvando a los suyos y al mundo entero. Los dos se convirtieron en autoridad, uno en Egipto y el otro en la transmisión de la fe que José ejerció por delegación de Dios sobre Jesús.
Los dos realizaron la salvación en medio de penalidades y sufrimientos, José de Egipto prefigura a José de Nazareth, ambos conocieron por la fe que el Altísimo no pide nada que perjudique, sino al contrario, lo que pide es para el triunfo.
Amigos, en medio de un mundo decadente que vive en el relativismo moral, que mira con indiferencia el derrumbe de la institución familiar, en un mundo donde la autoridad paterna se está haciendo cada vez más débil, se hace necesario regresar a ver a San José como una persona que encarna el ideal de custodio, no solo de su familia, sino también de la Iglesia, el ideal de protector, de guía del Niño Jesús y de la Virgen María, así lo dispuso Dios y con Dios ¡siempre ganamos!
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