¿Donde están tus credenciales?, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

Los líderes religiosos se le acercaron a Juan el Bautista mientras bautizaba y además de preguntarle quien era, a lo que él respondió como dice el evangelio de Juan en el capítulo 1 “yo soy la voz que grita en el desierto: enderecen el camino del señor”, le preguntaron: ¿y tú porque bautizas si no eres el mesías ni Elías ni el profeta?”.

Juan el Bautista trató de desviar la pregunta de su persona a la de Cristo, con el fin de llevar la conversación hacia el tema importante que era el de la salvación por medio del mesías verdadero y su venida a la tierra y les dijo: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está uno a quien ustedes no conocen y aunque viene detrás de mí, yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia”.

Parecía como si ellos le estuvieran pidiendo a Juan el Bautista sus credenciales para poder bautizar y él les respondió señalando a uno que autoridad sobre ritos y credenciales.

Juan el Bautista estableció la diferencia enorme entre lo que estaba haciendo que era administrar una señal por medio del agua, y lo que el Mesías iba a hacer, que era derramar el espíritu de Dios sobre los creyentes.

En este pasaje hay un contraste entre el conocimiento y la ignorancia; el conocimiento de Juan el Bautista sobre Jesús, el Mesías, y la ignorancia de los sacerdotes, levitas y fariseos acerca de Cristo.

Juan Bautista deseaba demostrar la superioridad intelectual de Cristo sobre él y lograr que este conocimiento fuera transmitido a esa delegación de hombres religiosos para el arrepentimiento de sus pecados y la salvación de sus almas; después de todo, esa era su misión y en cierta forma esa es también la misión de todos los cristianos.

Esa misión y mensaje del evangelio está vigente en el día de hoy, porque en el evangelio de San Marcos en el capítulo 1 dice “preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”.

Una frase que también encontramos: “Sabemos que somos personas indignas delante de Cristo, sólo Cristo puede ayudarnos y salvarnos, estamos llamados a bajar las defensas intelectuales y emocionales que tenemos montadas en contra del evangelio.

Al bajar esas defensas y tratar con humildad de buscar a Cristo, vamos a tener una verdadera oportunidad de conversión, una oportunidad que va a ser solo posible con la intervención directa del Espíritu Santo en el corazón de cada uno de nosotros, ese Espíritu Santo que te ayudará a ti, a mí y a todos a preparar el camino del Señor, a enderezar nuestros caminos, para poder lograr una sociedad que se desarrolle en plenitud porque reconoce y promueve la dignidad del ser humano.

Nuestras credenciales como cristianos son el respeto a la dignidad humana, la humildad, el amor verdadero, y la fidelidad a la palabra de Dios. Todo eso permitirá que seamos verdaderamente felices, pues estaremos cumpliendo la voluntad de Dios y con Dios ¡siempre ganamos!