¿Dónde están tus credenciales?, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

Los líderes religiosos se le acercaron a Juan el Bautista mientras bautizaba y además de preguntarle quién era y él responderle como dice el evangelio de Juan en el capítulo 1, versículo 23: “Yo soy la voz que grita en el desierto, enderecen el camino del señor”, le preguntaron: ¿Por qué bautizas si no eres el mesías ni Elías ni el profeta? , Juan el Bautista trató de desviar la pregunta de su persona a la de Cristo con el fin de llevar la conversación hacia el tema importante que era el de la salvación por medio del mesías verdadero y su venida a la tierra y les dijo: “Yo bautizo con agua pero en medio de ustedes está uno a quien ustedes no conocen y aunque viene detrás de mí no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias”, así dice en el capítulo 3 de San Lucas.

Parece como si ellos le estuvieran pidiendo a Juan el Bautista sus credenciales para poder bautizar, y él les respondió señalando a uno que tenía autoridad sobre ritos y tenía credenciales. Juan el Bautista estableció la diferencia enorme entre lo que estaba haciendo que era administrar una señal por medio del agua, y lo que el mesías iba a hacer que era derramar el espíritu de Dios sobre los creyentes.

En este pasaje hay un contraste entre el conocimiento y la ignorancia, el conocimiento de Juan el bautista sobre Jesús el mesías y la ignorancia de los sacerdotes, levitas y fariseos acerca de Cristo. Juan el bautista deseaba demostrar la superioridad espiritual de cristo sobre él y lograr que este conocimiento fuera trasmitido a esta delegación de hombres religiosos para el arrepentimiento de sus pecados y para la salvación de sus almas, después de todo esa era su misión y en cierta forma esa es también la misión de todos los cristianos.

Esa misión y ese mensaje del evangelio está vigente en el día de hoy: “Preparen el camino del señor, enderecen sus senderos”, frase que también vamos a encontrar en el evangelio de San Marcos en el capítulo I, versículo 3.

Sabemos que somos personas indignas delante de Cristo, solamente Cristo puede ayudarnos y salvarnos. Nosotros estamos llamados a bajar las defensas intelectuales y emocionales que tenemos montadas en contra del evangelio, y cuando bajemos esas defensas y tratemos con humildad de buscar a Cristo, vamos a tener una verdadera oportunidad de conversión, una oportunidad que va a ser solamente posible con la intervención directa del Espíritu Santo en el corazón de cada uno de nosotros.

Ese Espíritu Santo que te ayudará a ti, a mí, a todos a preparar el camino del señor, a enderezar nuestros caminos para poder lograr una sociedad que se desarrolle en plenitud porque reconoce y promueve la dignidad del ser humano. Nuestras credenciales como cristianos serán el respeto a la dignidad humana, la humildad, el amor verdadero y la fidelidad a la palabra de Dios, esas si son credenciales de verdad, todo eso permitirá que seamos verdaderamente felices pues estaremos cumpliendo la voluntad de Dios y con Dios ¡siempre ganamos!