¿Dime cómo ríes y te diré quién eres?
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Todo, en cierta forma, habla de lo que somos. Nuestra ropa, el lugar donde vivimos, las palabras que usamos, los libros que se apilan en nuestra mesa, las películas que preferimos (y las que hemos evitado), qué comemos, las rutas que seguimos cotidianamente, etc. Todo: incluso la forma en que reímos.
Uno de los principales escritores rusos Fiódor Dostoievski en su novela «El adolescente» (1875) dedicó algunos párrafos a la risa como huella, individual pero también colectiva. Desde su pesimismo, el ruso siente nostalgia de una época casi bucólica en que las risas eran francas, resultado de la bondad absoluta.
Pero más allá de esto, Dostoievski coincide en que la risa es expresión de la subjetividad misma.
Para conocer realmente a alguien hay que mirar cómo ríe, dice el autor. Acá compartimos un fragmento de lo que escribió Dostoievski en su novela.
La alegría de un hombre es su rasgo más revelador, juntamente con los pies y las manos. Hay caracteres que uno no llega a penetrar, pero un día ese hombre estalla en una risa bien franca, y he aquí de golpe todo su carácter desplegado delante de uno.
Tan sólo las personas que gozan del desarrollo más elevado y más feliz pueden tener una alegría comunicativa, es decir, irresistible y buena.