El diálogo necesario, por María García de Fleury
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El diálogo es la acción que se da entre dos o mas personas, eso supone un intercambio de ideas, expresiones, palabras y puntos de vista.
El diálogo supone siempre el ejercicio de escuchar al otro y conocer su forma de opinión, los pensamientos, sus ideas, una características inherentes al ser humano; el saber dialogar se aprende. Un elemento central para dialogar es el respeto mutuo, implica tolerancia por la diferencia de los otros miembros de la sociedad.
El diálogo es un proceso incluyente, donde las partes interesadas son capaces de hablar de nuevos enfoques para abordar retos comunes. El diálogo reconoce la humanidad mutua porque los participantes deben estar dispuestos a mostrar empatía hacia los demás, a reconocer las diferencias así como las coincidencias y demostrar capacidad para el cambio.
El diálogo no es una estrategia de talla única, no, tampoco es una panacea para resolver todas las crisis del mundo, pero sí puede complementar otras formas de procesos diplomáticos o políticos o esencialmente centrar el trabajo de base para conversaciones a futuras o más formales.
Hay algo interesante en el diálogo, ahí no hay ganadores porque su objetivo es tender puentes entre las distintas partes. Por ejemplo, toda la biblia es un diálogo, porque transmite un mensaje, Dios habla al pueblo y el pueblo habla de Dios y le habla a Dios.
Hay situaciones sociales en las que el diálogo tiene un poder preminente y es realmente útil para resolver problemas; esto es así cuando hablamos de conflictos, armados o no, entre personas o incluso países.
Cuando es necesario llegar a un acuerdo el mejor camino es a través del diálogo, en todos esos casos el problema a resolver siempre llegara a mejores resultados si esas soluciones se buscan a través del diálogo y de la puesta en común de los elementos que la componen.
El diálogo prepara el terreno para una mayor comunicación y construcción de confianza entre los dos lados en disputa. El diálogo verdadero con Dios es aquel que hacemos por el hijo y se realiza haciéndonos a nosotros mismos hijo de Dios.
Es necesario creer que el diálogo si es posible, aunque haya posturas tensas, posturas que parezcan irreconciliables a primera vista y que pareciera que no hay lugar a cuerdo; pero el diálogo no es una atopía, hay que apostarle a esta herramienta para vencer los obstáculos y dejar que tenga prioridad las causas justas que están en juego.
Por eso, aunque sea difícil el diálogo es el único camino humano para la solución de los conflictos y su fruto más valioso es la paz. En el diálogo hay que establecer como fundamentos, la búsqueda de lo bueno y lo justo, deponiendo los intereses egoístas o parciales.
Amigo no se trata de imponer una visión propia o de un grupo, si no de trabajar por el bien de todos. El diálogo no se orienta a que haya un vencedor y un vencido, sino a que venza lo que promueve la dignidad humana.
Si Dios es capaz de dialogar contigo porque tú no puedes dialogar con los demás seres humanos. ¡Anímate! a establecer diálogo con otras personas, porque así lo hace Dios con nosotros y con Dios siempre ganamos!