Día del Obrero, por María García de Fleury
Por María García de Fleury
¿Sabes por qué el primero de mayo se celebra el Día Internacional del obrero?, pues se celebra porque el papa Pío XII en 1955 instituyó este día como de fiesta con las características de que fuera las fiesta de San José Obrero, ese humilde obrero de Nazaret que encarna, delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual y lo que significa ser el guardián, el proveedor, la persona responsable de mantener a su familia.
El mes de mayo, mes dedicado a la Virgen María, el mes de las flores, comienza con la fiesta de San José obrero, el esposo en la Tierra de la Virgen María y padre en la tierra de Jesús.
Celebrar a San José Obrero es celebrar a uno más del pueblo, es celebrar al trabajador que entendió de carencias, que supo de estrecheces en su familia y las llevó con dignidad y las trató de superar, sufrió la emigración forzada, conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, sacó adelante su responsabilidad familiar, es decir, vivió como vive cualquier trabajador y probablemente tuvo dificultades laborables mayores que muchos de ellos, se le conoció en su tiempo como José el artesano, el carpintero y a Jesús se le da el nombre de «El Hijo del Carpintero».
Celebrar el día de San José Obrero es una invitación a la sociedad moderna a completar lo que aún falta a la paz social, es una fiesta llamada a celebrarse desde el trabajador al empresario y del trabajo al capital, poniendo de relieve la realidad del trabajo como don de Dios y del trabajador como imagen de Dios. Los derechos a una vivienda, a formar familia, al salario justo para alimentarla, a la asistencia social para atenderla, al ocio, a practicar la religión que su conciencia le dicte, además se recuerda la responsabilidad de los sindicatos para el logro de mejoras sociales en los distintos grupos, habida cuenta de las exigencias del bien de toda la colectividad y se arriba también en la responsabilidad política del gobernante.
Amigos y todo esto es parte de la doctrina social de la Iglesia, porque toca al hombre al que ella debe anunciarle el Evangelio y llevarle la salvación, la Iglesia ha mantenido, siempre su voz al respecto y quien tenga voluntad lo puede leer sin tapujos ni retoques en las distintas encíclicas de los papas, por ejemplo, en la encíclica Rerum Novarum, la Mater et Magistra, la Populorum Progressio, la Laborem exercens, la Sollicitudo rei socialis, entre otros tantos documentos.
Amigos, San José era descendiente de reyes, entre ellos el rey David, el más famoso y popular de todos los héroes de Israel y recuerda que si bien es cierto que la sociedad le son necesarios los intelectuales para idear, los obreros son imprescindibles, de lo contrario, ¿Cómo podría disfrutar la sociedad del bienestar si le faltarán manos para ejecutar lo que la cabeza ha pensado?, los obreros son esas manos, esa fuerza física que influyen de una manera determinante en el desarrollo de la vida social.
Está fiesta de San José Obrero recuerda la trascendencia de la labor desarrollada por su pequeño taller de carpintero mientras que Jesús a su lado crecía en sabiduría, estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres. San José, el carpintero de Nazaret, es para todos los obreros del mundo un protector frente a Dios, un escudo para tutela y defensa de las penalidades y los riesgos del trabajo, porque él cumplía con la voluntad de Dios sabiendo que con Dios ¡siempre ganamos!
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