Día del Abrazo en Familia, por María García de Fleury - 800Noticias
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La Conferencia Episcopal Venezolana y el Departamento de Pastoral Familiar celebran el Día del Abrazo en Familia con el lema “Se testigo del amor y esperanza” el segundo domingo de noviembre, buscando promover valores cristianos en el hogar, así como un camino espiritual de acercamiento a Dios.

Esta campaña que ya tiene 31 años comenzó con la idea de que cada familia ese domingo se diera un verdadero abrazo entre todos y con cada uno de los miembros de la familia, porque al abrazar a otra persona se proporciona una sensación de bienestar, de seguridad, hay un poder emocional que es muy grande porque aumenta las emociones positivas, da ánimo, confianza, ayuda a reforzar los vínculos afectivos, consolida los valores de la fraternidad, ayuda a superar los miedos, los bloqueos físicos y emocionales.

Los científicos han comprobado que abrazar es un instinto universal, es una respuesta a los sentimientos de afecto, compasión, necesidad y alegría; considera que estimula a la curación de la depresión y la ansiedad porque al abrazar a una persona aumenta la hormona de la oxitocina que hace que los químicos estresantes como el cortisol se rebajen y mejore tanto la presión arterial como la frecuencia cardiaca.

Al mismo tiempo, con un abrazo se liberan la serotonina, y dopamina que ayudan a mejorar el estado de ánimo. Cuando alguien abraza se activa nuestro sistema inmune favoreciendo la producción de glóbulos blancos, gracias a esto nuestras defensas resultaran favorecidas y previene enfermedades y ayudan a combatir las infecciones. También favorece el transporte del oxígeno hacia los tejidos.

Al abrazar y ser abrazado el cuerpo libera endorfina, se estimula la circulación de los tejidos blandos y esto ayuda también a calmar las zonas de dolor.

Si bien estos beneficios están científicamente comprobados, quienes propusieron el abrazo en familia lo que estaban buscando era la unión afectiva cada vez mayor entre padres e hijos, entre los cónyuges y con la familia ampliada de abuelos y parientes cercanos pues estaban conscientes de que la familia católica tiene sus raíces en el espíritu de Dios, en la Santísima Trinidad.

La fructífera relación interpersonal entre marido y mujer da como resultado una nueva persona, un hijo, y ese hijo va a hacer que se amen cada vez más y aprendan a amar más a él o a ella.

Como decía el Papa Juan Pablo II: “Marido y mujer comparten la autoridad y el amor de Dios padre y Cristo pastor y el amor maternal de la iglesia que los enriquece con sabiduría, consejo, fortaleza y todos los demás dones del Espíritu Santo”.

Una familia católica verá su durabilidad lograda a medida en que los padres se acompañen entre sí, dialoguen, compartan actividades, oren juntos como matrimonio y con sus hijos a lo largo de las distintas etapas de la vida.

Aprovechemos este domingo del abrazo en familia para abrazar sinceramente con cariño a cada miembro de nuestra familia, esto hará que mejore nuestra autoestima y que estemos cada vez más conscientes de que todos somos hermanos entre nosotros porque somos hijos de Dios y con Dios ¡siempre ganamos!