Día de Todos los Santos, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
La designación del 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos la estableció el papa Gregorio III cuando dedicó un oratorio en la Basílica de San Pedro en honor a todos los santos hacia el año 735.
Luego, Adón de Viena relató como el papá Gregorio IV le había pedido al rey Luis I el piadoso, que proclamara el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos en todo el Sacro Imperio Romano. El famoso Templo del Panteón en Roma, originalmente dedicado al culto de todos los dioses del Imperio Romano cayó en desuso a finales del siglo IV; en el año 608 el emperador Focas lo donó al papa Bonifacio IV, quien lo transformó en iglesia y lo inauguró el 13 de mayo del año 610 bajo la advocación de Santa María La Rotonda.
Luego, el Papa Gregorio IV trasladó un gran número de cuerpos de mártires desde las catacumbas y volvió a consagrar la Iglesia el 1 de noviembre del año 835 denominándola Santa María de los mártires; es ese día en el cual aparece la primera mención de esta fecha como un recuerdo de muchos mártires. El papá Gregorio IV fue quién extendió una festividad a todos los pueblos.
Amigos, los santos son personas del pasado a quienes los católicos podemos admirar en busca de aliento e inspiración, estos campeones de la fe son ejemplo de lo que significa servir y seguir a Cristo. Muchos de los santos tenían familia, amigos, deseos, aspiraciones, eran personas humanas, normales y comunes como cualquier otra, sin embargo, eligieron servir a la humanidad compartiendo las buenas nuevas de Jesús por encima de todo. Hay muchos santos católicos de los que aprender, los católicos no adoramos a los santos, pero los santos son cercanos y queridos para los corazones católicos.
Los católicos respetan y honran a los santos y consideran que son héroes de la Iglesia; la Iglesia enfatiza que eran personas comunes y corrientes de familias comunes y que eran totalmente humanos. Los santos son los están animándonos desde el cielo a que continuemos, aunque sudemos, aunque estemos cansados, deprimidos, ellos siguen creyendo en nosotros y están ahí para acompañarnos a llegar a la meta que es el cielo.
Pidámosle a los santos que sean nuestros animadores en todos los momentos de nuestra vida, porque queremos llegar al cielo y es difícil llegar solos, pero con la ayuda de todos si lo logramos; eso es lo que se llama la común unión, es decir, la comunión de los santos.
Estamos rodeados de una muchedumbre de personas que ya lograron llegar al cielo, que están ahí para animarnos a que nosotros también lo logremos, cuando te sientas débil, deprimido, llama a los santos. Si tienes alguno de tu preferencia o quién con quién te identifiques más, todavía mejor.
Llama a los santos para que te acompañen en el transitar de la vida, yo les aseguro que ellos hacen más sencilla y más liviana nuestra vida, recuerda que los santos son los grandes triunfadores de la vida, aprovecha leer alguna vida de santos para que te inspiren, porque ya ellos supieron cómo llegar, ya de ellos están felices en el cielo dónde está Dios, porque con Dios ¡siempre ganamos!.
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