Descubren el talón de Aquiles del cáncer de próstata más agresivo
ABC
El cáncer de próstata resistente a la hormonoterapia –o lo que es lo mismo, resistente a la ‘castración’– es muy agresivo y suele resultar letal. De ahí la importancia de un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.), en el que se describe un fármaco experimental capaz de inducir a las células cancerígenas resistentes, que no así a las sanas, a ‘autodestruirse’.
Como explica Davide Ruggero, director de esta investigación publicada en la revista «Science Translational Medicine», «en nuestro trabajo hemos viso que las células del cáncer de próstata se vuelven ‘adictas’ a la síntesis de proteínas para lograr la energía que requieren para su rápido crecimiento. Y asimismo, que esta dependencia es a la vez una responsabilidad: demasiada síntesis de proteínas acaba resultando tóxica. Hemos descubierto las restricciones moleculares que causan que las células tumorales mantengan su adicción bajo control, así como que si eliminamos estas ‘restricciones’, esas células se queman rápidamente bajo la presión que les supone su ‘codicia’ por las proteínas».
Quitar los frenos
Las células del cáncer de próstata contienen mutaciones que les empujan a producir grandes cantidades de proteínas con las que satisfacer sus necesidades de proliferación y expansión. Sin embargo, y si bien desmesurada, esta producción de proteínas no puede ‘desmadrarse’ sin que las células corran el riesgo de ‘agotarse’ y morir. Pero, ¿cuáles son los mecanismos moleculares que, cual freno, hacen que esta producción no se ‘desmadre’?
Para responder a esta pregunta, los autores recurrieron a un modelo animal –ratones– al que manipularon genéticamente para que desarrollara un cáncer de próstata con dos mutaciones presentes en hasta un 50% de los pacientes con tumores resistentes a la castración: una que induce la sobreexpresión del gen ‘MYC’, implicado en la progresión de la enfermedad; y otra que inhibe la expresión del gen ‘PTEN’, bien conocido por su papel como supresor de tumores. ¿Y qué pasó? Pues que los animales desarrollaron unos tumores muy agresivos. Pero de forma sorprendente, su tasa de producción de proteínas era muy inferior a la de otros tumores que, menos agresivos, portaban una única mutación.
Los autores repitieron el experimento en otros ratones, en cultivos celulares humanos y en organoides tridimensionales de cáncer de próstata. Y siempre sucedía lo mismo: los tumores desarrollados, aun muy agresivos, mostraban una producción de proteínas ‘controlada’. Y tras seis meses de experimentos, descubrieron qué estaba ocurriendo: la combinación de las mutaciones en ‘MYC’ y en ‘PTEN’ desencadenaban un sistema de control de calidad que, bautizado como ‘respuesta de proteína desplegada’ (UPR), reducía el estrés celular mediante la reducción en la producción de proteínas. Más concretamente, las mutaciones en ‘MYC’ y en ‘PTEN’ provocaban que la proteína ‘eIF2a’, conocida por regular la síntesis de proteínas, se convirtiera en una forma alternativa –‘P-eIF2a’– que reduce la producción de proteínas.