Desafío al Papa | Curas alemanes bendecirán a parejas gay el 10 de mayo - 800Noticias
800Noticias
Religión

Redacción 800 Noticias

«No rechazamos una ceremonia de bendición. Hacemos esto en nuestra responsabilidad como pastores, que prometen a las personas en momentos importantes de sus vidas las bendiciones que solo Dios da»

«No aceptamos que una moral sexual exclusiva y anticuada se lleve a cabo a espaldas de las personas y socave nuestro trabajo en la pastoral»

Un grupo de sacerdotes alemanes, con el permiso de sus obispos, ha decidido celebrar una ceremonia de bendición de parejas no casadas por la Iglesia. Se admiten al acto tanto a parejas homosexuales como heterosexuales. La bendición tendrá lugar el diez de mayo en un caso se adelantará al 9 y para darle publicidad no sólo han anunciado lo que harán, sino que han creado una página web en la que se pueden inscribir tanto los que quieran ser bendecidos como los sacerdotes que deseen incluir sus parroquias en el acto.

Este acontecimiento se enmarca dentro de las protestas contra la decisión del Vaticano, avalada por el Papa obviamente, de prohibir la bendición de parejas homosexuales. Con claridad y firmeza, la Congregación para la Doctrina de la Fe dijo que no se podía bendecir el pecado. Las reacciones han sido numerosas y muy duras, y van desde obispos a teólogos, pasando por personajes mediáticos y asociaciones de diverso tipo.

El acto de bendición de las parejas gay, por lo que tiene de anunciado y público, se presenta como un desafío a la enseñanza de la Iglesia y a la jerarquía de la misma, empezando por el Santo Padre. Los promotores no sólo quieren bendecir las relaciones de esas parejas, sino también decirle al Vaticano que sus normas son “papel mojado”, que no tiene ya autoridad para imponerlas y que van a hacer lo que quieran porque saben que no va a haber consecuencias. De hecho, algunos obispos ya se han apresurado a decir que ellos no van a sancionar a los sacerdotes que lleven a cabo esas bendiciones. Es un reto, una provocación.

Pero para medir la importancia de este desafío hay que ver también cuántos son los que lo hacen. En Alemania hay alrededor de diez mil parroquias católicas. Hasta el momento, se han sumado a la iniciativa 14 de ellas, más una luterana. Es verdad que falta aún tiempo, pero no parece que la web donde se pueden inscribir las parroquias que quieran sumarse al acto esté teniendo un gran éxito, pues a pesar de la publicidad inicial apenas ha habido nuevas adhesiones.

 Esto no quita importancia al acto, pero lo sitúa en su contexto. Lo que van a hacer es grave, pero quizá más que “rebelión” habría que llamarla “rebelioncita”. Eso sí, el folklore está garantizado. Por ejemplo, la parroquia de San Martín, de la Diócesis de Münster, informa de que no sólo se filmará el acto para subirlo enseguida a las redes, sino también el beso entre los contrayentes al concluir el rito, al más puro estilo de Hollywood.

Que el 0,1% de las parroquias alemanas se unan en un acto así tiene importancia, pero lo que realmente vuelve muy grave el acontecimiento es la provocación pública que implica y contra quién la dirigen. Buscan hacer daño al Papa, ponerle en un compromiso, porque si el Vaticano no reacciona con algún tipo de sanción, el escándalo será inmenso y muchísimos católicos se sentirán muy heridos en sus convicciones; además, se darán argumentos a los que dicen que hay dos medidas distintas: una muy dura para los conservadores y otra totalmente tolerante para los liberales, más conocidos como cato-protestantes.

Pero si el Vaticano reacciona e impone algún tipo de sanción, la imagen del Papa quedará muy afectada precisamente entre los sectores eclesiales y sociales que más le han apoyado desde que llegó al Pontificado. Es, por lo tanto, un desafío dirigido directamente al Pontífice, al cual los promotores de la bendición le están poniendo en una situación que, haga lo que haga, le compromete. Siendo grave lo que va a ocurrir el día 10, lo más grave es la fractura que, ya públicamente, se abre en la Iglesia y el riesgo de que la autoridad del Papa quede también públicamente en entredicho.

El obispo de San Sebastián, monseñor Munilla, ha pedido oraciones para que se preserve la unidad de la Iglesia, pero ha añadido que esa unidad sea en fidelidad al Magisterio. Un cisma es una tragedia que hay que intentar evitar, pero la unidad no se puede mantener a cualquier precio. Si ese hubiera sido el criterio, habría que haber cedido con los arrianos que negaban la divinidad de Cristo, con Lutero y Calvino o con cualquiera de las herejías que han roto ya en más de mil pedazos la única Iglesia de Cristo. Hay que rezar por el Papa, pues contra él va dirigido el desafío.