¿De qué se trata amar?, por María García de Fleury
María García de Fleury
Ningún tema es más importante que el tema del amor. Todos los días se puede hablar del amor, y más cuando se habla del Sagrado Corazón de Jesús, donde Cristo mismo quiere enseñarnos su amor.
Ningún tema es más incomprendido que el amor en nuestros días. La mayoría de las personas maduras, si se les pide que elijan sólo una palabra para el significado de la vida, el mayor valor de la vida, el regalo más importante que uno puede dar o recibir, lo que nos hace más felices, lo que hace a uno santo, la sabiduría suprema, e incluso la vida interna, eterna de Dios, diría que es amor. Y tienen razón.
La palabra de Dios dice directo que el amor es lo más grande que hay. La Sagrada Escritura dice que Dios es amor. Nunca dice que Dios es justicia. Tampoco dice que Dios es belleza, es rectitud, es unión. No. Aunque él era justo, hermoso, recto y buscaba la unión entre todos, eso no lo decía. Pero sí decía, Dios es amor. No sólo amor, aunque también lo es. Es por eso que él es una trinidad. Él es amor, amado y amoroso. Amor completo en tres personas. El amor es la esencia de Dios. Todo su ser, todo en él es amor. Incluso su justicia es amor.
San Pablo identifica la justicia de Dios en el capítulo primero de romano con el evento aparentemente más injusto de toda la historia, el asesinato de Dios, la crucifixión, porque ese fue el gran acto de amor de Dios. Por nuestra parte, eso ha sido lo más injusto, malvado y odioso que hemos hecho. Pero de parte de Dios, esa fue su perfecta justicia, porque fue perfecto amor y tan bueno que llamamos a la festividad en la que celebramos este acto asesino el Viernes Santo.
No existe palabra más incomprendida en nuestra sociedad que la palabra amor. En el libro de los cuatro amores de C.S. Lewis se distinguen claramente el amor sobrenatural, el ágape, el tipo de amor que Cristo vino a darnos, que Cristo vivió y enseñó, luego habla de los amores naturales, el afecto, el eros, el deseo sexual y la amistad humana.
Todos los amores naturales son buenos, pero el amor sobrenatural, el amor que Dios es, ágape, es lo más grande del mundo. Y parte del Evangelio, la buena noticia, es que ese amor ágape está disponible para nosotros. Cristo es quien nos conecta al suministro infinito de amor.