De la familia de los Rolls Royce a la Adoración Eucarística, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

María García de Fleury

Considerando en estos tiempos la necesidad de la adoración eucarística, quisiera resaltar el legado de Elisa Rolls, quien pertenecía a una familia inglesa protestante, fundadora de la famosa industria automovilística Rolls-Royce.  

En 1830, Elisa se casó con el coronel John Francis Vaughn, de conocida familia inglesa, pero eran de tradición católica, y a pesar de la fuerte resistencia de las familias Rolls, Elisa se convirtió al catolicismo.  

Durante la persecución a los católicos ingleses bajo el reinado de Isabel I, los antepasados Vaughn habían aceptado que les expropiaran los bienes y tener que ir a la cárcel en lugar de renunciar a su fe.  

Corkfield, que era la residencia originaria de la familia del esposo, en las décadas del terror de las persecuciones, se volvió un refugio para sacerdotes perseguidos, un lugar donde en secreto se celebraba la Santa Misa. Desde entonces pasaron casi tres siglos, pero nada cambió en el espíritu católico de la familia.  

Convertida en lo profundo del corazón y llena de ímpetu, Elisa le propuso a su marido que tuvieran muchos hijos para hacer crecer el reino de Dios.  

Elisa rezaba todos los días delante del Santísimo Sacramento durante una hora en la capilla de la residencia de los Corkfield, pidiéndole a Dios una familia numerosa y muchas vocaciones religiosas entre sus hijos. Y Dios oyó su ruego. ¿Por qué? Porque tuvieron trece hijos, de los cuales seis varones se ordenaron sacerdotes, y de las cinco hijas, cuatro fueron consagradas religiosas.  

Todos los hijos de la familia Vaughn tuvieron una infancia feliz porque para educarlos su madre, Elisa, sabía unir de manera natural la vida espiritual con las obligaciones religiosas, con las diversiones y la alegría. Parte de la vida cotidiana de la familia era la oración y la Santa Misa, como también la música, el deporte, el teatro no profesional, la equitación y los juegos.  

La madre varias veces a la semana les contaba a los hijos la vida de algún santo, y lentamente los muchachos se volvieron en grandes amigos de cada uno de estos santos. 

 Elisa se llevaba a sus hijos durante las visitas a los vecinos enfermos y a los que sufrían, para que aprendieran a ser generosos, a realizar sacrificios, a donarle a los pobres sus ahorros o los juguetes.  

Elisa murió en 1853, poco después del nacimiento del décimo cuarto hijo que le pusieron por nombre John. Dos meses después de su muerte, el coronel Vaughn, convencido de que ella había sido un don, un regalo de Dios para él, él escribió una carta, y parte de la carta decía, “hoy durante la adoración eucarística le agradecí a Dios porque pude devolver a mi amada esposa. Le abrí mi corazón a Dios con gratitud por haberme dado a Elisa como modelo y guía. A ella me une un vínculo espiritual inseparable. ¡Qué consuelo maravilloso y cuánta gracia me transmite! Todavía la veo como siempre la vi delante del Santísimo, con su pura y humana gentileza que le iluminaba el rostro durante la oración”. 

 Actualmente la capilla de Courtfield, donde fue enterrada Elisa, es un centro para ejercicios espirituales de la diócesis inglesa de Cardiff, y fue consagrada por el obispo en 1954 como santuario de Nuestra Señora de las Vocaciones, inspirándose en la santa vida de esta madre de familia que aprendió desde que se casó que con Dios ¡siempre ganamos! 

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