Cuaresma, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
Con el miércoles de ceniza, que es día obligatorio de ayuno y abstinencia, se inician los 40 días de preparación para la fiesta de las fiestas, que es la Pascua.
La imposición de las cenizas, que es con lo que comienza la cuaresma, recuerda que nuestra vida en La Tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el cielo; por eso al imponer las cenizas sobre nuestra frente, se dice una de estas dos fórmulas: “Polvo eres y en polvo te convertirás”, o “Conviértete y cree en el evangelio”.
Este es un tiempo donde recordamos que Jesús, después de ser bautizado por Juan el Bautista, estuvo 40 días y 40 noches en el desierto preparándose para la misión que Dios padre le tenía, que era salir y anunciar la buena noticia de la salvación a todas las personas.
Es tiempo para nosotros de imitar a Jesús y prepararnos para ese gran momento donde Jesús entregó su vida por nosotros para salvarnos y resucitó glorioso para darnos nueva vida.
En esta preparación personal a la que estamos invitados en cuaresma, estamos llamados a incrementar nuestra relación con Dios a través de la oración, es decir, teniendo a Dios muy presente a lo largo de todo el día, conversando con él, ofreciéndole lo que hacemos, recibiendo los sacramentos, especialmente el de la eucaristía.
Propongámonos ir todos los días a recibir la sagrada eucaristía y realicemos alguna confesión durante estas semanas de cuaresma. Es un tiempo para concientizar nuestra relación con el prójimo, acercándonos a quienes sabemos están necesitados de nuestra ayuda, a quienes hemos tenido alejados y deberíamos estar más cerca, ayudando personalmente a quienes no conocemos, pero sabemos que necesitan nuestra ayuda.
En relación con nosotros mismos es un tiempo para fortificar nuestra alma practicando el ayuno, haciendo penitencia, en el sentido de hacer pequeñas cosas que cuestan, por amor a Dios. Pero ese ayuno y esa penitencia no debería ser en general.
Hazlo consciente, día a día y ofrece algo que te cueste en el día de hoy, en la noche toma un momento para pensar si cumpliste con lo que te propusiste en la mañana y así, de día en día, vas concientizando tu amor a Dios.
Ese amor a Dios y a la Virgen hazlo visible, por en la puerta de tu casa o en algún lugar donde muchos lo vean una imagen de Jesucristo y otra de la virgen; de esa manera estarás invitando a otros a acercarse a Dios.
Esta cuaresma que está empezando con el miércoles de ceniza, vayamos a la iglesia a recibir la ceniza como muestra de humildad frente a Dios y a recordar que somos polvo y en polvo nos convertiremos. La ceniza en nuestra frente ayudará a recordar que nuestra alma está destinada a ir al cielo donde viviremos felices por siempre, con todas las personas que han amado a Dios y que nosotros amamos también.
Mostremos públicamente nuestro amor, y cumplamos con el mandamiento de amor que dejó Jesús, ámense los unos a los otro como yo los he amado, recuerda que Jesús amó de forma concreta, enseñando su palabra, curando, acompañando, aconsejando al necesitado, dando de comer. Imitando así a Jesús tendremos una cuaresma muy plena y comprenderemos el sentido verdadero de la resurrección de Cristo, de que Cristo venció a la muerte y que estamos nosotros también llamados a vivir esa realidad, porque estamos con Dios y con Dios ¡siempre ganamos!