Cuando se trata de reconstruir mi vida
María García de Fleury
Frente a momentos históricos y acontecimientos que abren nuevas perspectivas para la vida de cada persona, a cualquier edad, surge la pregunta, ¿ahora qué hago con mi vida? La Biblia dice que aquel que quiera prosperar debe estar dispuesto a trabajar duro. San Pablo decía, el que no trabaje, que no coma.
Todo aquel que quiera agradar a Dios y cosechar las recompensas que Él promete, debe empezar por asumir la responsabilidad de su persona, así como la de su familia.
Cuando el pobre, el necesitado, el flojo, el cómodo, recibe donativos que requieren poca o ninguna productividad de su parte, lo que estamos haciendo es colaborando con su decadencia personal y su decadencia económica.
Hay quienes quieren ser ricos, pero no están dispuestos a trabajar en la búsqueda honrada de la riqueza. Cuando trabajamos y somos personales, y somos personalmente productivos, logramos obtener todos los elementos que ayudan a nuestro desarrollo.
Cuando vives de acuerdo a Dios, Él te va revelando las cosas que puedes hacer para desarrollarte cada vez mejor. Pedro era un pescador de oficio. Había estado pescando toda la noche y no había sacado nada. Pero cuando Jesús le dijo, echa la red al otro lado de la barca, él estuvo dispuesto a confiar en la palabra de Jesús y siguió su consejo.
El resultado fue que logró obtener una búsqueda honrada de la vida de su familia, él tuvo que llamar a los botes de al lado para que lo ayudaran. Sin duda, Dios tiene una manera de incrementar los resultados de tu trabajo cuando Él y sus preceptos ocupan el primer lugar de tu vida.
Él te bendice cuando sabe que usarás sus bendiciones, no solamente para tu propio bien, sino para el avance de su reino en la tierra. El secreto de cómo progresar en la vida está en tu conocimiento de Dios. Porque si conoces a Dios, y tienes una relación profunda con Él, si lo honras tangiblemente con lo que tienes, Él te dará ideas de cómo ser más productivo de formas que nadie podría imaginar.
Recuerda que fue Dios quien te creó y sabe cuál es la manera más segura de bendecirte. Dios le dio a la persona humana cuatro cualidades que lo hacen semejante a Él y superior al resto de las criaturas.
Inteligencia, voluntad, libertad y capacidad de amar. Inteligencia es la capacidad para buscar la verdad, para conocer, aprender y entender.
Voluntad es la capacidad para decidir, buscar la verdad, para buscar el bien, para buscar algo bueno. Libertad es la capacidad para decidir, escogiendo el bien mejor a alcanzar, y la capacidad de amar es la capacidad de darse uno mismo a los demás sin esperar recompensa. Usar adecuadamente nuestra inteligencia.
Voluntad, libertad y capacidad de amar ayuda a que seamos mejores personas y a progresar en la vida. Estamos llamados a ejercitarlas diariamente, a estudiar para profundizar, a vivir de acuerdo a los mandamientos de la ley de Dios para ser mejores y, por supuesto, a decidir escoger siempre el camino del bien, amar a Dios y a todos los que nos rodean para ser más felices.
Cuando me pregunto cómo reconstruir mi vida a partir de ahora, lo más sensato es comenzar conociendo las capacidades, las capacidades que Dios me ha dado y las comience a desarrollar, sabiendo que otros tienen otras capacidades y habilidades y que juntos podemos ayudarnos.
Así podremos progresar personalmente, ayudar a nuestros semejantes, agradar y agradecer a Dios, Padre, Creador y Salvador, por todo lo que me ha dado, porque estoy consciente de que con Dios siempre ganamos.
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