Corpus Christi: Unidad y reconciliación, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
Cristo cuando resucitó fue guiándonos y le mando a decir a los Apóstoles a través del Ángel “el señor va delante de ustedes en Galilea donde los verán”. Galilea era esa región al norte del Monte Carmelo donde se encuentra Nazareth y donde se relacionaban judíos y paganos.
El Señor siempre camina para encontrarse con el mundo, este aspecto universal de la presencia eucarística se hace evidente en la procesión de Corpus, la fuerza del sacramento de la eucaristía trasciende los muros de las iglesias, Cristo está verdaderamente presente entre nosotros en la eucaristía, su presencia no es estática, es una presencia dinámica, que atrapa para hacernos suyos, para asimilarlo, Cristo nos atrae hacia él, nos hace salir de nosotros mismos para hacernos uno con él, de esta manera también busca integrarnos en las comunidades de hermanos y hermanas y la comunidad con el señor es siempre comunión con todas las personas.
El Cristo que encontramos en el sacramento de la eucaristía es el mismo en América, en Europa, África, Asia, Oceanía, es el mismo Cristo que está presente en el pan eucarístico de todos los lugares de la tierra, esto significa que solo podemos encontrarnos con él junto con todos los demás, solo podemos recibirlo en unidad.
No podemos comunicarnos con el señor si no nos comunicamos entre nosotros, si queremos presentarnos ante él también debemos dar un paso hacia el encuentro y aprender la gran lección del perdón, dejando el resentimiento y no permitiendo que trabajen nuestra alma.
Es necesario abrir nuestro corazón a la magnanimidad de escuchar a los demás, es abrir nuestro corazón para comprenderlos, aceptar sus disculpas, ofrecer generosamente nuestro perdón y también nuestras disculpas.
La eucaristía, repetimos, es el sacramento de la unidad, de esa gran unidad que Cristo quiere para cada uno de nosotros. El Papa San Juan Pablo II define como mujer de la eucaristía a María la madre del Señor, ella verdaderamente enseña lo que es entrar en comunión con Cristo.
María ofreció su propia carne, su propia sangre a Jesús y se convirtió en tienda viva de la palabra, dejándose penetrar por su presencia en cuerpo y en espíritu. No podemos comunicarnos con el Señor si no nos comunicamos entre nosotros, si queremos presentarnos ante él tenemos que aprender la gran lección del perdón.
La eucaristía es el sacramento de la unidad entre nosotros los seres humanos y con Dios, esta unidad con Dios es muy importante porque sin duda, con Dios ¡siempre ganamos!