Corpus Christi, por María García de Fleury
Por María García de Fleury
La fiesta de la solemnidad del Corpus Christi celebra la fuente y la cumbre de la fe cristiana que es el cuerpo de Cristo, la Eucaristía.
Cristo ha estado con nosotros desde los albores de la Iglesia hasta este mismo momento y seguirá con nosotros hasta el final de los tiempos. La enseñanza constante de la Iglesia ha sido un tema y una doctrina presente en las Sagradas Escrituras, la Eucaristía que celebramos y recibimos en todos y cada una de las misas es verdaderamente el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesucristo.
Nuestra Señora y todos los santos han instruido constantemente a los fieles a volver al Santísimo Sacramento para ser renovados y acercarnos más al Señor, demos gracias a Dios por tan increíble regalo, aprovechemos este día para prepararnos, para recibirlo dignamente.Podemos hacerlo primero pidiendo la intercesión de la Santísima madre, porque ella es la única que es perfectamente Santa y le llevó al Señor con su cuerpo, su alma y su divinidad en su vientre durante nueve meses.
Alejémonos del pecado, fijemos nuestros ojos en Cristo rezando el rosario, reflexionando sobre su vida. Con la triple fórmula de arrepentimiento oración y Eucaristía,podemos tener la confianza segura de que el Sagrado Corazón de Jesús reinará en nosotros y en toda la Iglesia que es su cuerpo místico.
Que regalo es este para nosotros que somos personas imperfectas y que podamos arrodillarnos ante el Dios del Universo y ante aquel que fue crucificado por nosotros.
Una de las facetas litúrgicas claves del Corpus Christi es su procesión; las procesiones tienen una gran importancia bíblica y de la piedad popular. En las últimas décadas el papel Roma realiza la procesión del Corpus Christi desde la Basílica de San Juan de Letrán hasta la Basílica de Santa María la Mayor recorriendo las calles de Roma.
Fue el Papa San Juan Pablo II quien restableció esta costumbre al comienzo de su pontificado cuando Juan Pablo II era cardenal arzobispo de Cracovia chocaba con los líderes comunistas mientras intentaba restaurar las procesiones completas del Corpus Christi conocidas en Polonia en su juventud.
San Juan Pablo II fue un gran amante de la Eucaristía, un hombre que entregó toda su vida por la Eucaristía y dijo de las procesiones eucarísticas: «Nuestra fe en el Dios que se hizo carne para hacer nuestro compañero en el camino debe ser proclamada en todas partes, especialmente en nuestras calles, hogares, como expresión de nuestro amor agradecido y como una fuente inagotable de bendiciones».
En otro momento el Papa Benedicto XVI dijo: «Las procesiones del Corpus Christi permiten sumergir a Cristo en la rutina diaria de nuestras vidas para que él caminar donde nosotros caminamos y vivir donde nosotros vivimos».
Amigos, la solemnidad del cuerpo y la sangre de Cristo y su procesión eucarística dan la alegría no solamente de celebrar el glorioso misterio de la Eucaristía sino también de alabarlo, de cantar en las calles de nuestras ciudades y pueblos, permiten expresar nuestra gratitud por nutrirnos con el amor de Dios a través de su Sacramento, a través de sacramento del Cuerpo y la Sangre de Jesús porque nosotros sabemos que Jesús es Dios y con ¡Dios siempre ganamos!
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