Consecuencias del déficit de magnesio en nuestra dieta
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Los minerales son compuestos inorgánicos que están presentes en los alimentos y que desempeñan un papel vital para el adecuado funcionamiento de nuestro organismo. No solo son esenciales para las células, sino que también juegan un papel importante en la regulación de las hormonas y los neurotransmisores. Cuando no consumimos la cantidad necesaria de un mineral específico, comienzan a aparecer consecuencias físicas que pueden llegar a ser severos.
Es ampliamente conocido que, por ejemplo, cuando hay una deficiencia de calcio se desarrolla la osteoporosis, que provoca una disminución en la densidad de los huesos. Asimismo, una deficiencia de hierro puede resultar en anemia, por ejemplo. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que existen otras deficiencias minerales cuyos efectos en nuestra salud y bienestar no son menores en absoluto. Unas de las deficiencias más comunes y cuyas consecuencias son más notorias es el déficit de magnesio.
El magnesio es un mineral esencial que participa en más de 300 reacciones químicas en nuestro organismo. Uno de sus roles más destacados es mantener el correcto funcionamiento de los músculos y los nervios. Cuando nuestro consumo de magnesio es inferior a la cantidad diaria recomendada, comienzan a manifestarse ciertas anomalías físicas, como calambres, fatiga y contracturas.
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Además, el magnesio tiene la capacidad de controlar el sistema nervioso y reducir los picos de estrés y ansiedad. Se estima que hasta el 80% de la población tiene esta deficiencia mineral en algún grado, como se destaca en el portal especializado de Ibañez Farmacia. Además, se calcula que hasta el 20% de las personas que viven en países industrializados consume una cantidad hasta un 33% inferior a la ingesta diaria recomendada, que es de unos 300 miligramos diarios, más o menos. También es importante mencionar que esta deficiencia es ligeramente más común en mujeres que en hombres.
Generalmente, este déficit puede atribuirse a una dieta poco equilibrada. Normalmente, esta deficiencia se manifiesta con una sensación de cansancio generalizado, tanto físico como emocional. Sin embargo, también podemos señalar otros síntomas que suelen acompañar a la deficiencia de magnesio, como el estrés y la ansiedad recurrente. Debemos estar atentos también a manifestaciones físicas como contracturas musculares, temblores, hormigueos, entre otros.
Por todas las razones expuestas anteriormente, si experimentamos una o varias de estas manifestaciones físicas o psíquicas, debemos considerar la incorporación de alimentos ricos en este nutriente en nuestra dieta. Algunos ejemplos son el cacao, los cereales, los frutos secos, las legumbres, semillas como las pipas de calabaza o sésamo, las verduras de hoja verde, los mariscos o el arroz integral.
Finalmente, si el problema persiste después de realizar estos cambios en nuestra dieta, es crucial que busquemos asesoramiento médico tan pronto como sea posible. Un profesional de la salud podrá guiarnos y proporcionarnos el tratamiento adecuado para nuestra condición. La recomendación médica suele incluir el consumo de suplementos de magnesio.
Con información de La Razón
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