Conságrate a la Madre de Dios y verás cosas maravillosas sucederte, por María García de Fleury - 800Noticias
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María García de Fleury

A raíz de la fiesta de la coronación de la Virgen, pensamos en la consagración al Inmaculado Corazón de María. El Papa Juan Pablo II dijo, consagrarse a María significa acoger su ayuda para consagrar el mundo, el hombre, todos los pueblos y la humanidad a Dios que es infinitamente santo.

La consagración a María significa hacerla entrar en la propia vida espiritual. Ello conduce a la comunión de las personas, introduce en la profunda relación interpersonal con la Madre del Señor. Consagrarse a la Virgen María es un momento único, que significa que a partir de ese día le dedicamos un lugar especial a María en nuestro corazón y la aceptamos como nuestra Madre Celestial.

Aunque es un momento único, puedes consagrarte cuantas veces quieras. Cada vez que te consagres, recordarás con más fuerza que confías de un modo especial e intenso en su intercesión como Madre ante su Hijo Jesús. La Virgen, en cuanto Madre de Dios, está tan unida al misterio de Cristo que es inseparable de su persona y de su obra redentora.

El Evangelio dice que Cristo cuando estaba en la cruz, viendo a su Madre y junto a ella, al discípulo a quien amaba, le dijo, Mujer, ahí tienes a tu hijo. Y luego le dijo al discípulo, Y desde aquella hora el discípulo la acogió como suya. La consagración personal y social al corazón inmaculado de María une más íntimamente a ella para aprender de su ejemplo.

La Virgen enseña a escuchar a su hijo cuando dice de sí misma, Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y se dice de ella, Feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas por parte del Señor. Así se cumplen también las palabras mismas de la Virgen.

Porque Dios ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora a todas las generaciones me llamarán bienaventuradas. La Virgen meditaba todas estas cosas en su corazón, en referencia al misterio de Cristo. La consagración a María lleva a obedecer su petición, hagan lo que Jesús les diga.

El acto de consagrarse a María reconoce el lugar privilegiado que ella tiene en el plan de la vida. El acto de consagrarse a María es el de la salvación. Y por eso la vinculación de la iglesia y de los bautizados con la Madre de Dios. Consagrarte a la Virgen María es permitirle a ella que actúe en ti. Es como si le prestáramos nuestra lengua para que ella hable por nosotros.

Consagrarnos a la Madre de Dios es entregarle el corazón a nuestra Madre del Cielo. Le ofrecemos todo lo que tenemos y lo que somos para que ella se haga presente en nuestra vida. Sabiendo que ella conoce mejor el camino. Sabiendo que ella está dispuesta a protegernos, cubriéndonos con su manto.

Y que podemos dormir tranquilos en los brazos de su Madre. La fe y el amor son como un músculo. Si no los fortaleces, no avanzas, no construyes. No hay nada más reconfortante que hablar con la Virgen María. Contarle lo que nos pasa.

Entregarle todas nuestras cargas. Porque ella es nuestra Mamá del Cielo y la Mamá de Jesucristo. Que es Dios y con Dios siempre ganamos.

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